En OPINIÓN LIBRE |

Cortinas de humo color naranja ácido amargo

Mientras que la afición festeja la gesta deportiva de la blanquirroja, en Fuerza Popular están haciendo lo que mejor saben hacer, pisotear nuestro Estado de derecho.

Estos oficiales del EP fueron de la gesta del 13 de noviembre del 2002 que pretendieron derrocar a Fujimori y convocar a elecciones generales. Fue en respuesta al auto golpe del autócrata de origen japonés.
Estos oficiales del EP fueron de la gesta del 13 de noviembre del 2002 que pretendieron derrocar a Fujimori y convocar a elecciones generales. Fue en respuesta al auto golpe del autócrata de origen japonés.

Por: Esteban Saldaña Gutiérrez - Ingeniero Industrial


El fujimorato no cambia, ni cambiará nunca. Allí está en su máxima expresión, mostrando sus garras y fauces, asolando como bestia salvaje y poniendo en riesgo a la democracia y la institucionalidad de la república.

En lugar de las marthas y las lozadas están las karinas, las ursulas y demás layas, de la mano de las sobrevivientes del fujimontesinismos de antaño, la salgado y la chacón. En lugar de los siuras, de los espichan, está la nueva camada, encabezados por Salaverry, el inefable becerril y el resto de lobeznos.

Esta jauría está dispuesto a atacar a quien ose investigar a la matriarca y sus secuaces.

Ha lanzado un certero centellazo contra el Tribunal Constitucional, para debilitarlo y procurar la liberación de la bestia mayor. Una estocada contra el Fiscal de la Nación. Dardos venenosos contra las Congresistas Glave e Indira Huillca. Un zarpazo contra su propia recua, para mantenerlo a raya. Por eso el bravucón de tubino está alineadito, como en sus mejoras épocas de sujeción a la mafia. Ese es el verdadero rostro del fujimorato.

Mientras que el sufrido pueblo peruano alienta a los muchachos en esta gesta deportiva, las fuerzas ocultas de la nación, los jinetes apocalípticos encarnados en Fuerza Popular están haciendo lo que mejor saben hacer, pisotear nuestro Estado de derecho.

Nosotros ingenuos, con nuestra camiseta blanquiroja, mientras vitoreamos a nuestros héroes deportivos; en las sombras, al amparo de la oscuridad de la noche, la jauría acecha y asola a nuestra patria.

Aquí hace falta un Salinas Sedó, un Jaime Gutiérrez, honrosos oficiales de nuestro Ejercito Peruano, que un trece de noviembre, pretendieron sorprender a la bestia aún en su madriguera y encerrarlo de por vida en el inframundo.

Honor y gloria a estos verdaderos héroes de nuestra democracia, hoy día olvidados, relegados y reemplazados por esperpentos como el almirante giampetri - investigado por criminal y genocida - o el arzobispo cipriani, el barragan de la dictadura fujimontesinista, la reencarnación del cura valverde, aquel que decía que los derechos humanos (para los pobres, claro está) “es una cojudez”. A estos dos, dentro de otros, este congreso borreguil los ha declarado héroes de la democracia. Pobre mi Perú.
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