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La lectura es un instrumento clave para el desarrollo de Colombia

CULTURA Y LECTURA PARA CREAR CIUDADANOS DIGNOS Y CON SENTIDO CRÍTICO

La ministra de Cultura Mariana Garcés es una gran creyente que se debe inculcar la lectura a los estudiantes desde la primaria porque crea ciudadanos dignos.

Pero en el centro de toda esa cultura colombiana está el libro, la lectura.
Pero en el centro de toda esa cultura colombiana está el libro, la lectura.


Cultura y lectura. Esas son las apuestas de Colombia para crear ciudadanos dignos y con sentido crítico y que sirven, además, como instrumentos clave para la paz, sobre todo ante el posconflicto armado, cuyas conversaciones entre Gobierno y guerrilla se realizan en La Habana.

 

En esa creación artística y en el placer de aprender a vivirla está el horizonte del país, según Mariana Garcés Córdoba, ministra de Cultura.

Para ella todo el conocimiento y sensibilidad frente a las artes, tradicionales y contemporáneas, “sirven para que la gente aprenda a dirimir los conflictos de otra manera, tanto los personales como los colectivos y nacionales. Y la lectura es un instrumento clave para el desarrollo del país”.


 

 

 

«Es un modelo en el que la cultura no se puede pensar solo desde el Estado sino en diálogo con las regiones a través de ayudas, soportes, becas y programas diferentes en un país de cultura diversa con necesidades y requerimientos distintos en cada zona.»

 

 

 


El aumento de la presencia artística de Colombia en la escena internacional es la confluencia de talentos individuales y de políticas públicas y privadas. En el centro del modelo está el hecho de que el ministerio, creado en 1997 (antes era el Instituto Colombiano de Cultura, Colcultura), “es sobretodo un facilitador de dinámicas, políticas y propuestas regionales. Es un modelo en el que la cultura no se puede pensar solo desde el Estado sino en diálogo con las regiones a través de ayudas, soportes, becas y programas diferentes en un país de cultura diversa con necesidades y requerimientos distintos en cada zona”.


Las artes plásticas desplegadas esta semana en Madrid son un ejemplo. Ese vigor reconocido hoy, explica Garcés Córdoba, surge “en gran medida de una estrategia que incluye cuatro aspectos que se complementan”: Primero, el talento individual de los artistas.

El segundo tiene que ver con las 17 facultades de bellas artes del país cuyos estudiantes y profesores motivan la creación en sus ciudades, al tiempo que “otros alumnos-artistas desarrollan laboratorios, proyectos o espacios en comunidades alejadas del radio de acción de dichas universidades, a través de iniciativas privadas o con becas y acuerdos concertados con el Gobierno”, señala.

El tercero es el referido al Salón Nacional de Artistas que desde comienzo de este siglo cambió su modelo, primero se motiva a los creadores para que participen en los salones regionales, luego las obras que surgen ahí se exhiben en el Salón Regional y finalmente de allí salen las obras que irán al Salón Nacional. “Estas tres etapas dan otra dimensión a la creación y al resultado del arte que habrá de verse en galerías y museos. De tal manera que parece una bienal”, asegura la ministra de Cultura.

Y el cuarto aspecto se llama Artbo, Feria de Arte de Bogotá, creada desde 2005, por la Cámara de Comercio. Allí participan galerías de Colombia y de todo el mundo, lo cual, dice Garcés Córdoba, “permite la visita de artistas y expertos internacionales que se fijan en los autores colombianos y luego compran o promueven sus obras en diferentes zonas del mundo”.


Gracias en parte a esos cuatro factores, las artes plásticas colombianas y sus autores están en museos, galerías y ferias como la de Arco. Eso ha permitido ampliar y enriquecer el espectro artístico que va desde clásicos como Fernando Botero, pasando por prestigiosos contemporáneos como Doris Salcedo, hasta la emergencia efervescente de Óscar Murillo.


Pero en el centro de toda esa cultura colombiana está el libro, la lectura. El 37% del presupuesto del ministerio, 1,2 billones de pesos [es decir, en torno a 156 millones de euros del total de 420], se destina a la promoción y fomento de la lectura y el fortalecimiento y creación de bibliotecas públicas.

Una labor que hacemos en coordinación con el Ministerio de Educación, que se dedica al ámbito de las aulas y bibliotecas escolares”, cuenta Garcés Córdoba. “No queremos campañas pasajeras de lectura”, añade la ministra, “sino enraizar el placer por el libro y que no sea visto como una obligación”. Un ejemplo son los 7.900 Institutos de Bienestar Familiar repartidos por todo el país, hogares que acogen niños de 0 a 6 años de familias de bajos recursos económicos. Centros dotados de bibliotecas para los más pequeños con el fin de acercarlos al libro y de que empiecen a descubrir el placer del hábito lector.


 

 

 

 

«“Además, hay 1.404 bibliotecas públicas, lo que significa que los 1.120 municipios del país cuentan, por lo menos, con una. La idea es que el libro esté, realmente, al alcance de todos”, enfatiza la ministra.»

 

 

 


El motivo por el que la promoción de la lectura esté en manos del Ministerio de Cultura se debe a que se busca difundir no solo los libros sino que la gente descubra su placer al leerlos. Mariana Garcés sabe que es una tarea larga. En Colombia cada persona lee una media de 1.3 libros por año, pero entre los que leen esa cifra se eleva a 4.3. “La lectura crea ciudadanos con sentido crítico, y contribuye a que se desempeñen mejor en la sociedad. La lectura enseña las diferencias y, a partir de ahí, enseña a trabajar en ellas”, apunta.


Muchos organismos públicos y privados están creando proyectos de cara al posconflicto. La Universidad Nacional de Colombia, por ejemplo, acaba de inaugurar CREA (Centro de Pensamiento para Artes, Patrimonio Cultural y Acuerdo Social) para promover el debate enfocado a transformar los imaginarios de exclusión y generar escenarios del diálogo, asegura David Lozano, vicedecano académico de la Facultad de Artes de la UN.


Arte, cine, música, libros… Toda la cultura, afirma Garcés Córdoba, es generadora de paz. “Llevarla a las comunidades crea ciudadanos dignos y llevarla a un pueblo después de alguna tragedia tiene el efecto de sanación o de contribuir a calmar el dolor en la población afectada”, señala. Esto se hace, cuenta, a través de la casa de la cultura del pueblo, de la biblioteca y/o de la radio, y estos tres elementos hacen que la vida gire alrededor de ellos y permita no solo el entretenimiento sino también el diálogo.

Fuente: El Pais


 

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