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Tradiciones del pueblo: La mistela huachina

La mistela, en nuestro pueblo, no sólo es una mezcla de sabores, es también una combinación de saberes. Un disfrute de la memoria. La receta va pasando de padres a hijos.

Producción de mistela de los Mayordomos 2016.
 

Por: Ferrer Maizondo Saldaña  huachosperu@gmail.com


Dulce y agradable es la mistela. Aperitivo con  fuerte sabor a fruta  que se brinda durante  la fiesta costumbrista del  distrito de Huachos en homenaje a sus santos patrones: San Cristóbal y la Virgen Natividad. 

La celebración es la más importante de todo el Norte de Castrovirreyna y la sierra de Chincha. Anualmente, entre fines de agosto y los primeros días de setiembre,  todos repiten: “Este año  la fiesta será la mejor”.

Huachos es un pueblo hospitalario, acogedor. Rodeado de cerros inmensos, casas de paredes blancas con techo de teja o calamina y cruces de hojalata que juegan con el viento.   La vía de acceso ya tiene asfaltado simple  en gran trecho, ruta  que parte de Chincha recorriendo 94 Km. Los vehículos van  bordeando el río San Juan, besando lajas, cercos de  alfalfares y otros sembríos de panllevar. Dos frondosos pinos, en el atrio del templo,  se levantan soberbios y pujantes hacia la altura como clamando al cielo. 

Mistela es palabra que procede del italiano mistella, que a su vez provendría del latín mixtus “mezclado”.  En Francia se utiliza mistelle como préstamo del castellano, derivado de misto “mezclado”. En España es un licor que acompaña los postres.  

La mistela huachina es bebida tradicional que gusta y deleita  a propios y extraños. Licor que regodea el encuentro y reencuentro de familiares, amigos y visitantes. Es elaborada artesanal y  anualmente  por los mayordomos o carguyocc  para compartir en la fiesta patronal. También, varias familias la preparan para sus reuniones y ceremonias que disfrutan con su parentela. Es  de color oro, amarillo naranja, oro nativo. Deja un prolongado  sabor dulce y suave en el  paladar del bebedor. De textura  densa  y untuosa.  Es el licor sagrado de los huachinos. 

De sabor, color y preparado diferente a la “mistela” o vino dulce aromático chinchano,  que se  obtiene mezclando  mosto de uva con alcohol, que se produce a escala industrial, llegando al punto de ser adulterada y convertirse en licor de bandera en Acho.  

La mistela, en nuestro pueblo,  no sólo es una mezcla de sabores, es también una combinación de saberes. Un disfrute de la memoria. La receta va pasando de padres a hijos. La mantuvieron  con el mismo entusiasmo de siempre las  hijas y nietos de Silvestre Patiño Saravia, “mamá Silve”, o las hijas de Reymunda Chávez del Río. La mistela preparada por Beatriz Dávalos Peña,  Piedad o Aurelia  Delgado Chávez fueron las más populares de los últimos años, hasta compitieron en ferias  de la Capital. Quien mantiene el recuerdo y la práctica ancestral es Abel Peña Patiño, un experto en la elaboración  de la mistela. 

Con meses de anticipación (junio o julio) se inicia el ajetreo del preparado. La casa del  mayordomo es un espacio de relaciones afectivas. Tíos, primos y parientes en general están solícitos a colaborar. La reciprocidad y solidaridad es el pan del día. 

En enormes pailas de cobre u ollas  se hace hervir  una porción de agua con anís  y canela. El  líquido tiene que ser de uno de los  manantiales que brota fresco y transparente al pie del pueblo. Se agrega azúcar rubia hasta que con el fuego lento  de la cocina a leña se forme un jarabe burbujeante, a punto de melcocha. Los que conocen, reiteran una y otra vez, “Tiene que ser agua del puquio, caso contrario no tendrá el sabor de siempre”. 

Antes que se   caramelice el azúcar, se agrega la exótica piña rayada.  Luego que hierve aproximadamente 40 minutos, se añade jugo de naranja  colada, dejando al calor   por un cuarto de hora más, hasta que gane color y sabor. Cocción suave.  Mientras tanto fluyen las bromas y  recuerdos en  la cocina. Riendo y contando anécdotas  se revelan algunos secretos. En proporción similar al jugo de la fruta representativa de los cítricos se adiciona el pisco para que agarre cuerpo y consistencia,  pisco puro de uva quebranta  de las bodegas y viñedos  de  Grimaldi  o Chumbiauca de  Chincha. 

Combinar para crear agradables sabores. En los últimos y adicionales  veinte minutos del hervido  se completa con  clavo de olor que con sus encantos y misterios brinda un aroma intenso, penetrante  y permanente a la mistela. Finalmente, se añade jugo de limón en reducida proporción, fruto brillante que le brinda el agrio necesario. 

El  enfriado dura dos días. Antes se   guardaba en botijas de barro y enterraba para que repose y fermente; hoy en día, se conserva en  envases de plástico o  vidrio.  Lo interesante es el espíritu que lleva dentro. La mistela huachina es una sabia mezcla.  Simboliza y sintetiza la integración  de generaciones, culturas, sentimientos e ingenio. 

Varias  bebidas  animan la fiesta, refrescan el día o espantan el frío durante la semana patronal del 07 al 13 de setiembre. La popular cerveza y el abrigador quemadito tienen sus espacios y momentos. La mistela fluye durante  toda la festividad, de preferencia en las mañanas y  atardeceres. Los mayordomos, se desplazan con  baldes, jarras o teteras de mistela invitando a transeúntes, vecinos y visitantes. Todos beben el espirituoso licor y bailan en  el atrio del templo  pasodobles, huaynos y cumbias.

Entre miradas y encantos, mientras se disfruta y jalonea el toro-toro al son de las bandas armónicas y filarmónicas, endulzados también  con la mistela huachina, se dan la mano el licor y el amor. 
¡SALUD! con  mistela huachina. Buena en la justa medida. El primer vaso calienta el día;  dos, endulza la vida; tres, consigue la gloria. Setiembre, 2016. 

 

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