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Apodos a granel en el glorioso Colegio José Pardo y Barreda de Chincha

Los apodos, motes, sobrenombres, apelativos, chapas, alias, eran empleados a profusión con ingenio y creatividad. Nadie se salvaba, todos lo tenian.

En Chincha, tierra de verdes campiñas y palmeras al viento, singulares personajes fueron tratados solo por sus apodos. Foto: Promoción 1961 “José Mujica Cárdenas”.
En Chincha, tierra de verdes campiñas y palmeras al viento, singulares personajes fueron tratados solo por sus apodos. Foto: Promoción 1961 “José Mujica Cárdenas”.

 

Por: Ferrer Maizondo Saldaña

“-¿Buscan ustedes tesoros?
-No, señor, nosotros no. ¿Y usted?
-No, yo tampoco. Yo soy más modesto. Yo busco apodos, reúno apodos.

Yo no me meto con nadie”
C. J. Cela


En todos los colegios, pueblos, barrios o comunidades hay apodos que identifican a una persona determinada con un nombre distinto al de pila; se usa en las relaciones escolares, vecinales, familiares, laborales. Es un sobrenombre que facilita la convivencia.

Los apodos, motes, sobrenombres, apelativos, chapas, alias, son empleados como sinónimos; permiten jugar con el lenguaje, incentivar el ingenio y la creatividad.
 
Los apodos son graciosos, a veces retratan tan bien a alguien que se convierte en un signo de identidad. Existe desde cuando el hombre vive en sociedad. Son históricos los apodos:
 

“Calígula”

“El Nazareno”

“El Sabio”

“El Cruel”

“La Loca”


Responden a la socialización humana. Normalmente, está referido a una persona y no a un grupo; pero, en algunos casos, existen los apodos extendidos, designando a toda una familia, barrio o pueblo.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, apodo es el “nombre que suele darse a una persona, tomado de sus defectos corporales o de alguna circunstancia”; además, lo considera como un chiste o dicho gracioso con que se califica a alguien o algo, valiéndose de una ingeniosa comparación, tomando en cuenta su aspecto físico o moral, de una anécdota o de una ocupación.

En Chincha, tierra de verdes campiñas y palmeras al viento, singulares personajes fueron tratados solo por sus apodos:
 

“Roba Pavo”

“Espanta la Virgen”

“Choza”

“Pata Corta”

“Serrano Grimaldi”

“Pato del Priego”

“Perro Loco”

“Langacho”


Asignar un apodo a una persona requiere de ingenio, buen humor y habilidad del lenguaje. Ingenio para ponerlo, buen humor para aceptarlo y habilidad lingüística para asignarlo en el momento preciso. No hay forma de negociar para que te cambien o pongan otro a tu gusto. La autoría, de cada uno de ellos, es difícil de establecer, surgen espontáneamente en la charla, ironía y observaciones de los amigos, colegas o discípulos. Alguien da un apodo que luego se extiende e impone por calles, callejones y caminos de la ciudad.
 
Como dice Lorenzo Fernández Molina, en su libro Moral de Calatrava, el apodo “es el modo gracioso de “bautizar” a las personas y que desgraciadamente, en muchas ocasiones, se transforma en un auténtico “sambenito” que su dueño porta como una “cruz” durante toda su vida”.
 

En la Gran Unidad Escolar José Pardo y Barreda, de nuestra vida escolar, conocíamos al instructor pre militar y auxiliar solo por sus apodos:
 

 “Hitler”

“Culeco”

“Moscón” 


Todos tienen uno o más nombres; pero, no todos tienen un apodo. De hecho, es frecuente que el último en enterarse de su mote, es uno mismo y por esto, los apodos no son de propiedad personal; es patrimonio de la colectividad.

En el Colegio Pardo, colegio representativo de la provincia de Chincha, recordamos a los maestros pardinos con cariño y respeto. Muchos no fueron bautizados con apodo alguno y, los que tenían apodo se enteraban de su sobrenombre luego de varias lunas y cuando ya era comidilla en toda la comarca.

Los apodos en el Colegio Pardo, nunca llegaron al nivel cruel, agresivo o despectivo. Los apodos a los maestros de nuestra época tenían carácter ingenioso, simpático, afectuoso, cargado siempre de ironía y humor. Una enorme carga semántica:
 

Borola: Con su regla de madera explicando la relación entre puntos, líneas, ángulos, planos y figuras. 


Cochinito: Apasionado en el mundo del habla hispana; la gramática, léxico, fonética, ortografía; análisis e interpretación de obras literarias.


Coito: Entretenido en luces, humedades y sombras en la iniciación sexual de los adolescentes. 


Burro: Las imágenes, los colores y las formas.  Pintura, música y la expresión corporal.


Cachorro: La actividad física y el deporte como preámbulo de una tarde que termina en un correteo y bullicio tras la pelota de futbol en estadio del colegio.


Camarón: El calendario cívico, los grandes personajes y las relaciones sociales. 


Paleolítico: Hechos, fechas y nombres de la Conquista, Colonia, Emancipación y República.
 

Como los microcircuitos de la memoria también fallan, no hemos podido recordar los apodos de los otros docentes (digo esto porque las fuentes fueron varias). Algunos simplemente no tenían.  A todos ellos los recordamos siempre, de manera particular al destacado Maestro César Casas Sánchez y, su vocación por el magisterio, su pasión por la enseñanza, su didáctica para el análisis de la realidad socioeconómica.

Los estudiantes de la Promoción 77, 5to.”E” del Colegio Pardo de Chincha, como todos los escolares, tenían el apodo del compañero a flor de labios.
 

“Abuelo”

“Barbón”

“Biscocho”

“Cachito”

“Cachote”

“Caimán”

“Canacho”

“Chirapa”


En el aula, en el patio o en el barrio, era fácil y común reconocernos por el sobrenombre; y, si el momento era de un partido de fulbito o pichangita, como se llama ahora, el sobrenombre era acompañado de un adjetivo impronunciable en esta crónica. Los apodos siguen grabados en el tintero del recuerdo.
 

 "Chito”

“Cholón”

“Condorito”

“Clavo”

“Flaco”

“Gallo viejo”

“Gatty”

“Gigio”

 “Kembo“

 “Loro”

 “Mantequilla”

 “Motta”

 “Pili”

 “Santorín”

 “Tiburón”

“Tamalito”


Los apodos son transmitidos oralmente.  Permanecen en el tiempo y acompañan a sus personajes toda una vida, incluso algunos de ellos son heredados por uno de sus familiares o parientes.  Invitamos a reconocerlos.
 

Ferrer Maizondo Saldaña
huachosperu@gmail.com
junio, 2018

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