En REGIONAL |

Ciudad de Lircay - La pequeña suiza de los andes huancavelicanos

Es uno de los 12 distritos de la Provincia de Angaraes, fue fundada en 1825 por un decreto de Simón Bolívar.

La diversidad de fiestas y costumbres, así como sus bellos paisajes y parajes constituyen la riqueza turística de la provincia.
La diversidad de fiestas y costumbres, así como sus bellos paisajes y parajes constituyen la riqueza turística de la provincia.

Una crónica de Marino Ayuque Rodriguez

Lircay es uno de aquellos pueblitos de ensueño enclavado en los Andes Huancavelicanos, visitar sus barrios de pueblo viejo, pueblo nuevo y Bellavista es una experiencia única, Los dos últimos se encuentran pegados el uno al otro y solo separados por el rio Sicra que es uno de los dos que corren paralelo a cada lado de Lircay, el otro rio es el Opamayo penosamente contaminado por los desechos que bajan de las minas,

La vez que visité esta pueblito que se le conoce como La Pequeña Suiza llena de flores y plantas por donde lo veas, me hospedé en el hotel Anccara, su precio es cómodo a 35 soles por la doble, hay otros lugares que son más baratos unos 15 soles. Inicialmente me pareció un pequeño pueblo que solo lo conoces en un par de horas, con un par de iglesias y un parque, pero no, tiene sorpresas y muy agradables, pues si subes al pueblo viejo tienes una hermosa vista de todo Lircay desde la altura. En pueblo viejo es donde está la municipalidad, la iglesia y la plaza de armas que es de estilo colonial cuadrada, con su parque en el centro, y algunas de las casas con sus balcones tradicionales.

Después de dar un paseo por casi todas las calles, haber cruzado los tres puentes y ver las iglesias, subiendo unas cuantas calles se llega al parque de Bellavista donde nada más entras te encuentras con unos arcos de piedra impresionantes y te das cuenta que ha valido la pena llegar hasta aquí. Es un parque al estilo de uno que hay en Huancayo, todo está hecho de piedra, con muchas figuras y todas hechas con pidrecitas de rio colocadas con mucha paciencia, realmente precioso que muchas de las ciudades del mundo ya les gustaría tener.

Pero en Lircay lo más agradable es la simpatía y la sencillez de su gente, entablan conversación contigo y se interesan de qué ciudad o país vienes y cuando te cruzas con ellos, enseguida te saludan y te dan los buenos días o buenas tardes. Otra cosa que me ha gustado mucho es que en general se dejan fotografiar sobre todo las mujeres con sus trajes típicos, que aquí lo usan una gran mayoría, especialmente los domingos cuando bajan mucha gente de todos los pueblos de alrededor con sus trajes típicos, eso no me lo quiero perder.


Después decidí ir a visitar los baños termales de Huapa y aunque sus aguas ya no son tan calientes, aun así, toda la gente se baña, un hermoso lugar rodeado de flores y plantas, que te hace sentir cerca al paraíso. Ocopa, está a unos 6 km, allí hay unas 20 casas y un hermoso lugar que llaman la hacienda, efectivamente una antigua hacienda española, que ahora es un restaurante y tiene habitaciones para intentar atraer algo de turismo y poder vender sus tejidos y alimentos como la miel y quesos.

Cuentan que el año 1966 cuando hubo una revuelta, un general les quito la hacienda a sus últimos propietarios por pagar la mitad de lo que les correspondía a sus trabajadores y a muchos de ellos no se les pagaba nada. Por eso, las tierras y el local se las entrego a sus trabajadores.

Al visitar estos pueblitos, no te puedes perder, levantarte temprano e ir directamente al mercado, donde se disfruta las comidas propias del pueblo como el cuchi canca o lechón horneado, trucha, mondongo y otras delicias.

Al día siguiente por la mañana, agarré mi mochila y me marché del lugar agradecido por una grata estancia y con unos excelentes y buenos recuerdos. Hasta pronto Lircay querido.

RELACIONADAS

SUSCRÍBASE AL BOLETÍN DE HUACHOS.COM

Recibe las últimas noticias del día

Su Nombre Completo
Correo Electrónico


TE PUEDE INTERESAR
Escribe tu comentario
Multimedia
HUANCAVELICA
ica
Entretenimiento
Rome Reports
Pandemia