En OPINIÓN LIBRE |

El ‘canario’ de la política nacional le dice 'la vela verde' a los empresarios peruanos

En su semanario Hildebrandt en sus Trece les dice “por favor, no me hablen del futuro de la patria. Cuando lo hacen, el inodoro me espera”.


Mientras la CADE Ejecutivos, evento dedicado al futuro económico comercial del Perú, se realizaba, el periodista César Hildebrandt se pronunció con duros términos sobre los empresarios asistentes que todos los años indican estar interesados en la prosperidad del país. Él tiene un mensaje para ellos.

Publicado en la columna Matices del semanario Hildebrandt en sus Trece, el mensaje de César Hildebrandt dice así: ”Ustedes (los empresarios) no son, esencialmente, peruanos. Ustedes son cosmopolitas, multinacionales, hechuras globales”.

A continuación, el texto de César Hildebrandt en la columna “Que no me hablen de patria”:

“Se reúnen cada año a pensar en cómo ganar más, cómo pagar menos, cómo evitar los sindicatos y los ruidos políticos.

Son empresarios y alguien les ha hecho creer que representan al país, que el Perú está encarnado en ellos y que el futuro les pertenece.

Son ustedes necesarios, inevitables. Hasta allí llegamos. Pero no se embanderen y no alquilen a intelectuales de pacotilla para que los alaguen. Ustedes no son, esencialmente, peruanos.

Ustedes son cosmopolitas, multinacionales, hechuras globales.

Si el Perú hubiese sido un protectorado norteamericano, vuestras raíces, encantadas, habrían aceptado. Para ustedes el Perú es un accidente, una casualidad, muchas veces una condena.

Llénense de plata. Fórrense. Sigan creyendo que este es el fin de la historia y que vuestros dogmas son indiscutibles. Sigan pensando que tienen la razón y que quien no comulga con vuestras pobres ideas es un comunista, un resentido, un subversivo en potencia. Sigan en sus trece. Como siempre.

Pero, por favor, no me hablen del país que les preocupa. Eso es vomitivo.

Sigan, ensimismados, creyendo que el calentamiento global puede manejarse con paliativos que no resientan lo esencial del modelo capitalista. Sigan pensando que el crecimiento es infinito, que los recursos son infinitos, que la tecnología nos sacará de todos los apuros.

Sigan en lo suyo, que es la codicia. Sigan yendo a misa sin creer en el prójimo. Y sigan apareciendo en las fotos del cuché (papel barnizado). Y sigan siendo felices con sus fiestas interminables, sus libros de moda, sus universidades anexas, sus presidentes de la república alquilados o sometidos. Pero por favor, no me hablen del futuro de la patria. Cuando lo hacen, el lavabo (lavadero) me llama, el inodoro me espera.

Sigan creyendo que las grandes potencias tratan a nuestros países como pares y que la violencia mundial es una ocurrencia islámica y no la consecuencia de la depravada política de occidente a Irak, Libia, Siria o Palestina. Sigan pensando que los trabajadores no tienen derechos, que el sueldo mínimo es demasiado alto, que el despido sigue siendo demasiado oneroso (costoso). Continúen pensando que los medios de comunicación que los protegen ahora serán eternos y siempre hegemónicos. Sigan creyendo que la palabra “basta” ha sido borrada del diccionario y que la paciencia será toda la vida la adormidera de los pobres. Sigan pensando lo que les dé la gana pero, por favor, no me hablen de la “nación peruana y sus perspectivas”. Tengo que ir al baño”.

 

NOTA BENE: La analogía del canario se usa prolijamente en la dialéctica politica para hacer advertencias de peligros inminentes. Como se sabe, los mineros hasta bien entrado el siglo XX llevaban consigo al socavon un canario. Como no existía ninguna tecnología capaz de advertirles de la peligrosa presencia de gases como el metano o el monóxido de carbono que podía ocasinonarle consecuencias fatales al inhalarlos, ellos utilizaban un canario para ese fin.

Los canarios son pájaros altamente sensibles y reaccionan con histéricos aleteos y finalmente con la muerte al entrar en contacto con concentraciones mínimas de esos gases. Es por eso que los mineros bajaban con un canario en una jaula y si el pajarito empezaba a aletear de manera incontrolada los trabajadores sabían que era el momento de salir del socavon. Asi los canarios se convirtieron en un mecanismo de alarma que salvaba muchas vidas humanas. Algo asi como la luz roja del semáforo ante un peligro inminente.




 
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