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En el flanco oeste del desierto de Kalahari, bajo un extraño mediodía gris, inundado de extraños aullidos indescriptibles; implacables y corpulentos guardabosques, ferozmente aprisionaron a un desafortunado y feliz hombrecito de sonrisa inagotable semidesnudo, evitando consumar su secreto y misterioso ritual, antes de celebrar su predestinada Boda.
Engrilletado y turbado, inmediatamente fue conducido al tribunal y juzgado sumariamente en un idioma insípido y extraño, como cualquier civil por caza ilegal y condenado a siete años de encierro en una mazmorra oscura habitada por momias y tétricos bramidos.
Libre como las arenas del desierto, no soportaba el encierro sepulcral. Afligido y extrañando su mágico amor soñado, su inolvidable pradera encantada de sombras y melodías.
Temeroso del sempiterno castigo divino al no consumar su designado ritual, de rodillas, forzado y silencioso, invocó un secreto nombre y se durmió en cuclillas, esperando el hado mágico de su bellísima amada, desconociendo las razones del encierro en aquella miserable galera, donde nunca amanecía.
@davidauris |
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