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El pueblo de Huayanay y la ley ancestral del Ushanan Jampi

La historia de un pueblo que no pudo soportar la injustica.


Huayanay, comunidad campesina que pertenece al distrito de Palca, provincia de Huancavelica, era hasta los años setenta una hacienda tradicional de los Mescua.
 
En ese contexto, Huayanay fue afectada por la Ley de la Reforma Agraria del General Juan Velasco Alvarado revirtiendo las tierras de hacienda a los adjudicatarios, la revolución tenía que empezar por destruir el latifundio y dar al campesino la tierra que trabaja. Esta situación provocó un constante hostigamiento y asedio de los gamonales Mescua Chamorro a los indígenas través de su mayordomo César Matías Escobar.

Era 1973, Huayanay ya no era una hacienda, era una comunidad campesina. Los indígenas empezaban a habituarse a ser sus propios amos. Fueron pobres, pero confiaban en su fuerza ancestral para dominar aquella tierra poco fértil y lograr el milagro de la producción. Pero no sólo con la tierra tenían que batallar.
 

César Matías Escobar, mayordomo de los Mescua, era quien los perturbaba y cometía constantemente una serie de abusos y vejámenes, insultaba a los comuneros, incendiaba cultivos y viviendas, robaba animales, ultrajaba mujeres, destruía otros bienes y amenazaba a todos los comuneros de Huayanay. Inclusive asesinó a Eustaquio Palomino líder gerontocrático de la comunidad. El mayordomo ejercía su propia ley en la comunidad: la ley del abigeato.

El teniente gobernador de la comunidad, Eustaquio Palomino cansado de los abusos arrestó a César Matías por 24 horas. Al salir de la carceleta, Escobar amenazó al Teniente Gobernador, que su casa ardería y su vida extinguiría, por la osadía de detenerlo.

César Matías cumplió con su primera amenaza. Eustaquio al ver que su casa ardía en llamas decidió denunciar del hecho ante las autoridades estatales encargados de administrar justicia.

El Tribunal Correccional de Huancayo sentenció a César Matías con dos años de pena privativa de la libertad por sus delitos y una reparación civil de 60 mil soles. Luego de haber cumplido los dos tercios de condena a dos años de pena privativa de la libertad, Matías Escobar solicitó su liberación.

Al salir Escobar volvió a jurar quitar la vida del Teniente Gobernador. Luego de unos días dicha amenaza fue ejecutada con la muerte de Eustaquio. Cuyo cadáver fue encontrado en un paraje solitario. El horror en Huayanay llegó a su clímax.

Toda una comunidad indignada denuncio del hecho. César Matías Escobar había desaparecido de la comunidad. El Juez de Huancavelica apertura instrucción contra César Matías y su cómplice Fernando Crispín por homicidio calificado y abigeato. Ambos se apersonaron a las instancias del poder judicial y luego de sus declaraciones fueron puestos en libertad. Y continúo la ola de pillajes en Huayanay.

Las autoridades policiales dan una orden de grado o fuerza, para detener a Escobar, encargándose a las autoridades y comuneros de Huayanay la captura del delincuente, con la explicación de que ellos no tenían tiempo para hacerlo. César Matías es vigilado y, finalmente, perseguido. El y su cómplice son apresados en la zona de Ancar-Pallca-Huayncón y llevados a Huayanay. En la plaza central se encontraban los indígenas de la comunidad, quienes presentaban sus rostros furiosos. Fueron 221 los comuneros que le exigieron que firme una confesión escrita, pero César Matías se niega tajantemente y fue llevado a la carceleta de la comunidad de Huayanay, conjuntamente con su cómplice.

En la plaza de Huayanay hubo una gran discusión. Los indígenas de la comunidad se preguntaron refiriéndose a César Matías y a Crispín: ¿Se les debe llevar a las autoridades? ¿Si nuevamente Matías Escobar es dejado en libertad? Y si lo alcanza un nuevo indulto, y si por esto sus mujeres son nuevamente violadas, sus tierras robadas y los crímenes siguen impunes. No se sabe cómo cobró fuerza esa cólera incontenible.

Los indígenas de Huayanay indignados se abalanzan sobre la puerta de la carceleta, rompieron el candado y arrebataron a César Matías de su alojamiento. Fue golpeado en diferentes partes del cuerpo y de pronto, sus ojos quedaron dilatados por el horror. Está muerto, refirieron los indígenas. Se ha aplicado la ley ancestral del Ushanan Jampi [El gran remedio: muerte].


Recopilado por Marino Ayuque Rodriguez  (Extractos del estudio hecho por Mery Laurente)





 

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