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Flor Pucarina «La Faraona Huanca» ídolo de multitudes, ícono de la cultura popular andina

.Leonor Efigenia Chávez Rojas (Pucará, Huancayo 1935 — Lima, 5 de octubre de 1987). El diario limeño La República le dedica un artículo demoledor de la que fue en vida, una auténtica diva de
.Leonor Efigenia Chávez Rojas (Pucará, Huancayo 1935 — Lima, 5 de octubre de 1987). El diario limeño La República le dedica un artículo demoledor de la que fue en vida, una auténtica diva de

 


L U Z


"La Faraona del cantar Huanca"


Flor Pucarina se convirtió en la más famosa de las intérpretes del folklore del país. Su voz sentimental y profunda, su belleza mestiza, su imponente y coqueta presencia en los escenarios y su carácter temperamental, hicieron de la cantante una verdadera diva.
 


Leonor Efigenia Chávez Rojas (Pucará, Huancayo, Perú, 22 de septiembre de 1935 — Lima, 5 de octubre de 1987), más conocida como Flor Pucarina, fue uno de los baluartes de la música andina peruana, considerada como una de las mejores cantantes de la música popular. Fue nombrada, en el ambiente artístico, con el alias La Faraona del Cantar Wanka.


Nació en el distrito de Pucará, a veinte kilómetros de la ciudad de Huancayo, pueblo que sirviera de cuartel general al Mariscal Andrés Avelino Cáceres, durante la Campaña de la Breña. Fue hija de Félix Chávez y Alejandrina Rojas Iparraguirre, con quien Leonor llegara a Lima en 1944, radicándose en La Parada, un barrio comercial y dinámico asentamiento de los provincianos marginados de ese entonces en el distrito de La Victoria, la recibió como a una de sus hijas predilectas.

Descubierta y bautizada como Flor Pucarina por Teófilo y Alejandro Galván, debutó en el Coliseo Nacional ubicado también en La Victoria en el barrio El Porvenir, el 8 de diciembre de 1958 con el huaino de Emilio Alanya, “Falsía”.


Datos de su adolescencia y juventud no se conocen mucho; pero se empleó como trabajadora de hogar en el Callao. Inicialmente,  gustaba interpretar canciones de género ranchero en algunas radios locales.


Sus canciones son valiosos hitos referenciales de lo que fue su vida, llena de penas, alegrías, amor y desencanto. Ahí está la más grande relación con el pueblo peruano. Un invalorable legado, al vivir, sentir e interpretar lo que la gran mayoría de la gente provinciana pasaba por entonces.

Firmó contrato para el Sello Virrey el 8 de diciembre de 1960, su primera grabación fue “Pueblo Huanca” de su propia inspiración, le siguieron a ésta las grabaciones “Caminito de Huancayo”, “Traición”, “Soy Pucarina”, “Alma Andina”, entre otras. Sin embargo, la canción que la internacionalizó fue el afamado huayño “Ayrampito”, el cual fue grabado aproximadamente en el año de 1965 y compuesto por los destacados Emilio Alanya Carhuamaca y Tomás Palacios Fierro. Dicho tema alcanzó casi el millón de copias vendidas. Cabe destacar también las piezas “Déjame no Mas”, “Llorando a Mares”, “Pichiucita”, “Sola, Siempre Sola”, “Tu No Más Tienes la Culpa”, “Vocero Huanca”, acompañada éstos primeros logros con Los Engreídos de Jauja, dirigido por Julio Rosales, entre otros muchos huaynos, mulizas, santiagos y huaylarsh.



 

En su haber logra grabar quince álbumes. Flor Pucarina se convirtió en la más famosa de las intérpretes del folklore del país. Su voz sentimental y profunda, su belleza mestiza, su imponente y coqueta presencia en los escenarios y su carácter temperamental, hicieron de la cantante una verdadera diva. Durante sus grabaciones estuvo enmarcado por diferentes orquestas vernaculares famosas de la serranía peruana es el caso de “Los Alegres de Huancayo”, “Los Engreídos de Jauja”, “Los Rebeldes de Huancayo” hasta su propia banda a la cual denominó “Selección Huanca”; cabe señalar también que participó en algunas grabaciones en conjunto con el grupo vernacular Los Pacharacos.


Consagrada definitivamente en su medio, hizo un recital en el Teatro Municipal, que la recibió apoteósicamente, colmado por un público mayoritariamente provinciano. El escenario fue ambientado como un bar popular, con una rockola incluida.
 

Su salud se vio afectada por una infección renal que luego se degeneraría en una metástasis generalizada. Postrada en una cama del Hospital Edgardo Rebagliatti y presintiendo su muerte, grabó a inicios de 1987 para el Sello Chasqui, el huayno “Mi Último Canto” de la composición de Paulino Torres, le siguieron también “Presentimiento”, “Dile”, “Trencito Macho” dicho registro
musical coincidió con la celebración de sus 25 años de carrera artística.

 

Lamentablemente el 5 de octubre, dejó de existir en dicho nosocomio . El 7 de octubre su féretro en hombros recorrió durante todo un día las principales calles de Lima, acompañada por una multitud que cantaba y lloraba. Llamando así la atención de la prensa, que buscó explicarse tal manifestación de dolor de miles de peruanos ante la muerte de una persona, desconocida por el mundo “oficial” hasta pocas horas antes. Sus restos reposan en el Cementerio de El Ángel de Lima.
 

 


Discografía


VIR 535 Éxitos de Flor Pucarina Virrey
LV 7214 Flor Pucarina y sus Canciones Polydor / Virrey
VIR 603 Trozos de mi Alma Virrey
PON 2403002.1 Corazón de Piedra Polydor / Virrey
PON 2403005.7 Oh! Licor Maldito Polydor / Virrey
PON 2403010.0 Pasión del Alma Polydor / Virrey
PON 2403004.5 Manchaste mi Vida Polydor / Virrey
PON 2403018.6 Siempre te Recordaré Polydor / Virrey
PON 2403031.8 Acuérdate de Mí Polydor / Virrey
PON 2669065.6 ¡Sola…Siempre Sola! Polydor / Virrey
LER 1045 Flor de mis Ilusiones Estrella Records
LER 1075 Incomparable y Única Estrella Records
LP 68 Mi Último Canto/Bodas de Plata Discos Chasqui



 
S O M B R A

"La pasión de Flor Pucarina"
por Daniel M. Chávez
Diario La Republica

Dicen que la cantante más popular del Valle del Mantaro no aceptaba que le sirvieran medio vaso de cerveza porque se ofendía. Dicen que obligada por la pobreza se convirtió en una mariposa nocturna. Dicen que amaba el placer y odiaba a los hombres. Soberbia y miserable, la vida oculta de Flor Pucarina es un huayno hecho para llorar.

¿Qué se puede opinar de este artículo abiertamente racista y despreciativo de la Lima señorial?
 


Una foto. La muerte. Es 1987. Flor Pucarina está sentada sobre un camastro del hospital Edgardo Rebagliati en Lima. Su rostro es un velorio, su cuerpo un trapo viejo, su vida un cáncer. Bajo su almohada hay un viejo puñal listo para adelantar su muerte. Nunca lo usó. Ese día sería el último de una vida salvaje que terminó inspirando lástima.
 
“No quiero que vengan a verme solo para decirme que doy lástima. No jodan, lárguense mierdas”, gritó. Y se marchó.

La historia es extraña. Nadie le enseñó a dibujar su futuro a la niña que se convertiría en estrella. Aprendió a punta de garabatos violentos trazados por su madre, doña Alejandra Rojas Iparraguirre a quien, sin embargo, cuidó hasta su muerte.

—A veces no lavábamos los platos y su mamá nos golpeaba donde nos cayera, con lo que sea, cuenta Víctor Muzurrieta, primo hermano de Flor Pucarina. Pero ella se cansó del golpe. Por eso se fue a Lima cuando tenía 15 años.

Muzurrieta es un anciano que vive retirado. Se fue a vivir con la tía Alejandra y su prima Leonor a los 15 años, cuando su madre murió.

—Ella se fue un día domingo. Se vino de Pucará a Sapallanga. Yo estaba en la casa cuando de un momento a otro desapareció. Entonces dije: “Esta ya se dio a la fuga”, porque días antes me lo había comentado. Fui caminando por la carretera, la alcancé y le dije: “Qué pasó, China, vamos a regresar a la casa”. Yo era su mayor y ella tenía que hacerme caso. Ya no regresamos por la carretera principal sino por el camino de herradura. En la ruta ella me dijo: “Hermano, anda a la casa y ve si está mamá”. Yo obediente le hice caso y fui. Para eso ella ya se había dado media vuelta y ahí sí ya se fugó.

La historia es extraña había dicho. Antes de morir, doña Alejandra Rojas no mencionó sus abusos. Ni siquiera los describió como una etapa complicada. Al contrario se esmeró en adornar sus méritos de madre. “Yo le he enseñado a bailar huaynos con prosa, levantando las polleras coquetamente”, declaró en una entrevista para el periódico Festival. Flor Pucarina le compuso una canción antes de que muriera: “Mamita en tu día”. Fue un velo para ocultar el pasado. Pero ella sí admitía que su infancia fue dura.

***

Leonor Efigenia Chávez Rojas se hizo Flor Pucarina a los 28 años. El sobrenombre se lo puso un presentador de conciertos populares. Pero esa es una historia conocida. La historia oscura –su vida– se contaba a sus espaldas. Anécdotas de toda índole pero una especialmente oscura: la cantante había ejercido la prostitución. Una veintena de personas que la conocieron aseguran que Flor Pucarina vendió su cuerpo antes de vender su arte. El rumor se ha expandido con los años y se ha convertido en barullo vergonzante. Lo exacto es que vendió verduras en La Parada y trabajó de costurera para algunas familias limeñas. Pero aquello no era suficiente. La pobreza la habría empujado a explotar su cuerpo, a venderlo a quien le prometiera un mejor destino.

Un amigo muy cercano cuenta que a sus presentaciones iban meretrices y al pie del escenario la insultaban. Flor Pucarina las ignoraba pero ante la insistencia les soltaba el dardo: “Vengan pues, pisen aquí, ratuchallapas ”.

La versión más negra de este rumor es de una amiga que bebió y lloró junto a la Pucarina.

—No sé si lo fue. Pero si lo supiera tampoco te lo diría.

***

Ebria y cantante. Sobre un tabladillo de maderas viejas y fierros oxidados Flor Pucarina canta borracha. Era un mandamiento en su religión libertina.

—Sin trago no hacía nada, dice su compositor y amigo Paulino Torres Torres. El viejo artista tiene hoy 77 años y ocupa un cargo político en el departamento de Huancavelica.

—Llevaba una vida tormentosa. Después de cantar, bajaba y al muchacho que le echaba ojo se lo llevaba al hotel, recuerda.

Sus caprichos. Algunos vetados pero otros que despertaban la admiración de sus seguidores. Como este por ejemplo:

—A Flor Pucarina no podían servirle un vaso a medio llenar. Era una ofensa. Una dama como ella respetaba el vaso y se servía cepillado, apunta Vicente Roque, su bordador y gran amigo de la diva andina.

Después del alcohol venía el sexo. Aquí el testimonio de su compositor.

—A ella primero le tenías que sacar la mierda para que sienta el placer. —Buscaba esas relaciones tóxicas. Siempre respondió a los golpes, siempre los recibió.

La cantidad de parejas que tuvo es una incógnita. Ella los llamó “tropa de cobardes” con un odio cercano al delirio. “El infierno camina conmigo, amé siempre y jamás fui amada”, dijo un día de desconsuelo.

Antonio Muñoz Monje, quien tiene una novela lista sobre la cantante, recoge una anécdota que no necesita ser real: Su fama de bohemia y devota del placer llegó a oídos de Don Maraví, un hacendado sicaíno quien se impuso el reto de emborracharla y llevársela a la cama. Luego de unos tragos Maraví logró llevarla a un hotel. Pero antes del acto final se quedó dormido. Al día siguiente despertó desnudo y solo. La Pucarina había ganado. El sexo tenía que ser cantado en la nota que ella elegía.

Se acostó con quien quiso. Abortó varias veces. Luego vendría el cáncer al ovario que la extinguió. Sin embargo, todas las biografías no oficiales niegan esta versión. Para su público, Flor Pucarina fue víctima de un irremediable cáncer al riñón.

***

¿Consideras que te ha salido alguna sucesora?

—No, hijito… no hay quien me pise el poncho, todavía.

¿No te suena un poco a vanidad eso?

—Tómalo como quieras

(Entrevista de Benjamín Torres publicada en la revista Octavo Día, 1984)

De labios carnosos, piel morena, pómulos marcados, alta, caderas anchas y paso soberbio: Flor Pucarina fue La Faraona del cantar huanca. Con 23 años, en 1965, ganó su primer Disco de Oro con el tema «Ayrampito». Veinte años después, en 1984, había viajado por toda Latinoamérica y grabado 24 discos. Cuando era niña, en Pucará, su pueblo, escribía las canciones que escuchaba de la radio. Años después disfrutaría el que otros cantaran las suyas.



El 5 de octubre de 1987, a las 11 de la mañana, en la habitación 133 del hospital Edgardo Rebagliati, el silencio marcó el compás de su muerte. Tenía un escapulario de la Virgen de Cocharcas en el pecho. Sus amigos de Huancayo habían hecho colectas para ayudarla en su tratamiento. Su arrogancia pidió un nicho en el cementerio más caro de Lima. Su condición la llevó al camposanto de uno de los distritos más pobres de la capital: El Agustino. Una muchedumbre caminó siguiendo el ataúd. Lloraban, cantaban, bebían.

—Cuando el alcalde de Lima, Jorge del Castillo, vio el mar humano que pasaba preguntó quién era esa mujer que había muerto y por la que todos lloraban, recuerda Antonio Muñoz.

—Todas las cantinas que estaban camino al cementerio se quedaron sin trago porque los que lloraban por la Pucarina compraron todo, dice Flor de la Oroya.

—Putas, maricones, cholos, rateros, borrachos lloraban en su velorio. La primera corona floral que llegó fue de Julio Iglesias, cierra Vicente Roque.

No quiero que vengan a verme solo para decirme que doy lástima. No jodan. Lárguense mierdas”.“Llevaba una vida tormentosa. Después de cantar, bajaba y al muchacho que le echaba ojo se lo llevaba al hotel”.
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Comunicado de la Municipalidad Distrital de Pucará

La Municipalidad Distrital de Pucará se pronuncia frente a la Crónica "La pasión de la Faraona de Cantar Huanca" publicada el día domingo 22 de octubre en la página 18 del diario La Republica, con autoria "Daniel M. Chavez". El texto describe de manera agresiva, denigrante y poco ética a un ícono cultural de nuestro distrito, "Flor Pucarina".

Su recuerdo es ofendido con términos como " la cantante había ejercido la prostitución", "vendió su cuerpo antes de vender su arte", "se acostó con quien quiso", "aborto varias veces",etc.

Descripciones que no son fundamentadas y que no cumplen la función objetiva de un texto periodístico. Se solicita al medio periodístico y al autor aclarar dichas afirmaciones que atentan contra la sensibilidad de los pobladores pucarinos y de sus seguidores, quienes recuerdan a Flor Pucarina como una mujer que siempre ha demostrado ser firme en sus ideales, progresista, respetable y sobre todo un ícono cultural del folclore de todo el Valle del Mantaro y la zona centro del país.

¡La mujer pucarina se siente ofendida! ¡No es posible dañar la memoria de una grande como nuestra Faraona del Cantar Huanca! ¡Difundir hermanos pucarinos!.







 
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