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Historia del genio Bruno Castillón Lévano inventor de “oxigenadores” salva vidas (I)

Muy poco se ha escrito sobre la historia del más grande científico chinchano, de origen andino, nacido en un pequeño pueblo conocido como San Florián (Chatapampa), perteneciente al distrito de Chavín.

 



  Por: Eucadio Gutiérrez Solano   

Mag. Químico-farmacéutico y periodista

 

Cuenta una anécdota sucedido al sabio Albert Einstein, que cuando él llegaba a un aeropuerto, para dar una conferencia, vio mucha gente, y sorprendido por la nutrida asistencia preguntó: a qué se debía la presencia de tantas personas. La respuesta de la muchedumbre fue que estaban esperando al físico mundial Albert Einstein, inventor de la Bomba Atómica.

 

El científico continuo su ruta sin alardear y decir que era la persona famosa que esperaban conocerla.  Es que, el sabio era muy humilde y sencillo que no aparentaba físicamente ser un superdotado. Su persona pasaba desapercibida.

 

Parecida es la historia del “Científico Médico Salva Vidas” Bruno Castillón Lévano. Un ser excepcionalmente sencillo y sonriente. Su azarosa existencia es para no creer. Muy poco se ha escrito sobre la historia del más grande científico chinchano, de origen andino, nacido en un pequeño pueblo conocido como San Florián (Chatapampa), perteneciente al distrito de Chavín. Haremos lo posible para saber quién es el sabio tan humilde, nacido en una comunidad, pero de renombre mundial, desconocido en su provincia, y particularmente en el distrito de Chavín, cuando su nombre y sus descubrimientos son impactantes y compiten en el mundo desarrollado. Su último descubrimiento se requiere hoy en forma urgente: el Ventilador Manual

 

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La infancia de Bruno se desliza al lado de su abuelo materno. Conoce los avatares de la vida acompañando a sus ancestros. Aprende cómo se sufre siendo pobre y pertenecer a la familia de modestos ganaderos, de vacas enanas y de cabras chuscas. La agricultura era parte de la vida de sus padres. En su tierra natal casi nadie tenía más allá de una hectárea, las cosechas apenan eran para su sustento.  Mayormente la pequeña ganadería les aportaba para la mantención de la familia, pero tenía que pacer por el campo, donde hay pastizales, montes y espinas, ríos y precipicios. Entonces tenía que recorrer mucho para sobrevivir y acompañar a sus abuelos por las estancias y los cerros, pastoreando los ganados por Chontaní, Huancamarca, Pahuepite, Campanario, quebrada de Topará (Quishca) y subiendo la cuesta de Huatianá, entre otros muchos lugares.  Hoy nadie hace tan oprobioso trabajo, caminando kilómetros, donde había pumas y zorros que comían los ganados.

 

 

Hablando de su vida Bruno Castillón, relata sus andanzas como si fuese ayer. Nos cuenta sus pasos por los valles de Chincha, Pisco y Cañete; su larga caminata sediento y de hambre por Cansacaballo hasta Lunahuaná.  Recorrer el valle de Topará se había convertido para él una rutina diaria, parte de su quehacer habitual, quiera o no quiera. Recuerda que, su abuelo, por el camino de la quebrada de Topará, de noche, había perdido un poncho de vicuña. Él, al lado de 2 acémilas tuvo que esperar horas tras horas, el retorno de su abuelo, felizmente con la prenda. Por el lugar existe abundantes víboras y animales silvestres nocturnos, como los grillos que ocupaban el espacio lúgubre, haciéndole temblar de frío y miedo. Los chasquidos de los insectos y los ecos parecían ruidos terribles. Pero, Bruno con sus cargueros, esperaba a su abuelo.

 

La historia de Bruno Castillón Lévano es fascinante y a la vez una tragicomedia. Acompañó también a sus padres: Claudio Antonio Castillón Quispe y María Lévano Páucar (profesora). Cuando era niño su pasión era la naturaleza. Perdía su tiempo observando las plantas, insectos y otros animales. Recuerda que un día en Pampa de Canelo, Sunampe, donde estaba su estancia, fue en busca de agua, con su porongo, y al bode de del puquial se quedó mucho tiempo, observando a animales acuáticos como los zapitos, hasta que su madre llegó a buscarlo, y reprenderlo. El niño observaba el mundo de los seres vivos, incluso olvidando de lo que tenía cumplir parta preparar sus alimentos.

 

Debemos decir, los ganaderos chavineros, sufrían mucho, eran errantes, cambiaban de estancia o casa frecuentemente, de tal modo conocían todo el perímetro de los sectores que recorrían como Chincha, Pisco, y Cañete. La historia del científico es fascinante, lleno de anécdotas. Mañana seguiremos con la segunda parte, tratando su vida estudiantil.  

 

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