En EL DISTRITO |

Jaime Aquiles Patiño Cárdenas

Jaime o Aquiles, ¡Siempre! ¡Siempre!, vivirá en nuestros corazones. Estará presente como una persona sencilla, humilde y de buen humor. En octubre nos dejó. Aquel octubre que gustaba celebrar. El octubre internacional.

Esta foto de archivo de Jaime y yo en una visita familiar a tía Hipólita Cárdenas de Soldevilla, hermana de su madre Apolonia, a quién respetaba y queria mucho. Tía Hipola murió algunas días después en la ciudad de Lima.
Esta foto de archivo de Jaime y yo en una visita familiar a tía Hipólita Cárdenas de Soldevilla, hermana de su madre Apolonia, a quién respetaba y queria mucho. Tía Hipola murió algunas días después en la ciudad de Lima.

 






 

Por: Ferrer Maizondo Saldaña

 

 

Gran hermano, buen compañero. En el entorno familiar lo conocían como Jaime. En los espacios académicos, políticos y laborales, se hacía llamar Aquiles. Un trotamundos de caminata apurada, risueño, contextura delgada. Hombre de pasiones y amores. Cariñoso. Ocurrente y travieso  

 

Nació en Huachos (Castrovirreyna, Huancavelica), lugar donde inició la escolaridad, continuando en el San Luis Gonzaga de Ica, y culminando la Secundaria en la Gran Unidad Escolar José Pardo y Barreda de Chincha.

 

Por milésimas no accedió a la carrera de Medicina en la San Fernando. Como segunda opción ingresó a la carrera de Administración de Empresas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. El proceso de postulación e inicio de clases duró un año; mientras, postuló, ingreso y estudió la especialidad de matemática en la Universidad la Cantuta; luego, en aquel tiempo de recesos, cierres y vacaciones prolongadas de la universidad, se desempeñó como docente en el Colegio Nacional Mixto San Cristóbal de Huachos.

 

Estudiante reflexivo, crítico. En sus épocas juveniles destacó como líder estudiantil en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Participó de una corriente de jóvenes idealistas; pero, con solidos principios y contundente fuerza moral.

 

Época de mimeógrafos artesanales, volantes, afiches y manifiestos que circulaban entre los claustros universitarios, las fábricas, los barrios populares y las comunidades campesinas.

 

 

 

 

 

                   Al término de sus prácticas preprofesionales en el Ministerio de Energía y Minas y, la Mutual de Lima Metropolitana, viajó a Huancayo con el título profesional bajo el brazo para ejercer la docencia en la Universidad Nacional del Centro del Perú. Solo un año. Las autoridades universitarias no permitieron una voz contestaria y de espíritu renovador.                   

 

 

 

 

 

Al año siguiente inició docencia en la histórica ciudad de Tacna, en lo que hoy es la Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann.  Desempeñó cargos directivos en dicha casa superior. Recorrió con los amigos, semana a semana, las rutas del vino por las campiñas de Pocollay, Calana, Pachía y Magollo. Cepa negra criolla, sabor semiseco fue su preferida.

 

Entre las múltiples anécdotas que contaba de su vivencia en Tacna, recordaba con ironía su viaje a Lima como autoridad universitaria, comisionado a realizar cotizaciones y compras para innovar el sistema tecnológico de la casa superior de estudios. Luego de mil ajetreos en la capital, retornó con las compras y, se presentó en el Consejo Universitario con las facturas y par de enormes cajas conteniendo, para sorpresa de los consejeros (rector, vicerrectores y decanos), lo obsequiado por las empresas visitadas. Mientras iba sacando los objetos y colocándolos sobre la mesa, la cara de las autoridades iba palideciendo de vergüenza, si algo les quedaba, porque ellos nunca habían manifestado recibir algo similar a pesar de las compras millonarias que realizaron en meses pasados.
 

Jaime o Aquiles, siempre andaba de buen humor. Fresca y nutritiva memoria. Recordaba con precisión el nombre completo y la fecha de onomástico de todos los familiares, amigos y allegados. Se daba el tiempo para llamar y saludar en su cumpleaños a Hugo y Juvenal Ordoñez, Artidoro Velapatiño y Carlos Mercenaro en Tacna; a sus primos y contemporáneos que vivían en diferentes lugares del mundo: Lucho Flores, Ciro Soldevilla, Alcira del Río, Pepe Llancari, Lucy Guevara, Edgar Soldevilla, Floriza Canales, Diosdado Espinoza, Abel Peña y Jorge Manrique; a su amigos, cómplices y testigos de mil travesuras en el Valle del Mantaro: Pompeyo Calderón, Cayo Vila, Walter Ayala, Hoover Dionisio, Willy Girón, Gilberto Zumaeta, Manuel Sánchez y Walter Valenzuela. La lista es interminable.


Jaime, segundo izquierda, disfrutando los carnavales con la familia del Rio Maizondo en la ciudad de Lima.


Años después, cuando ya la famosa camarilla RE-VE-CA, dejó de gobernar directamente la Universidad Nacional del Centro, retornó a Huancayo, nuevamente como docente. Destacando como Decano del Colegio de Licenciados de Administración; autoridad o funcionario en el Instituto Continental, la empresa Sazón Lopeza, la Municipalidad Provincial de Huancayo, la gerencia de Sedam - Junín. Tuvo también aspiraciones políticas al gobierno local, fue candidato a la Alcaldía del distrito de El Tambo y la Municipalidad de Huancayo.  

 

 

 

 

 

                   

En el Valle del Mantaro mostró su mejor faceta de bailarín. Conocido y muy bien reconocido en discotecas, reuniones familiares y fiestas costumbristas. Todos los gustos y estilos. Rock, salsa, cumbia, merengue, chicha, huaynos y tunantadas. Huaylars antiguo y moderno por los caminos de Huancayo, rodeadito de retamas, eucaliptos y el canto de los chihuacos. Con guapidos y zapateo fuerte (shakatán), al compás del violín, tinya y corneta, le gustaba celebrar, entre julio y agosto, el santiago.

                  

 

 

 

 

Entre vacaciones, descansos y feriados largos, trataba de retornar a su pueblo para participar en las asambleas comunales y, en la ruta quedarse unos días en Chincha, visitando a la familia, para alegría y disfrute de los sobrinos. Como aquella vez que llegó a casa de su hermano Paúl. Sus sobrinos no lo dejaron ni respirar a pesar de que llegaba cansado del viaje. Inocentes criaturas exigían casi a gritos que el tío invite una gaseosa. Uno pedía cola; el otro, naranja y, aquel, lima limón.

 

Antes que la rebelión infantil explotara, llevó a los sobrinos a la bodega cercana. Los comprometió solemnemente a que tomarían hasta la última gota, caso contrario, nunca más invitaría. Felices los niños. Solicitó tres aguas gasificadas, de dos litros cada uno, color amarillo. Sabor conocido. Cada niño con su botella y vaso. Sirvió por separado.  

 

En el segundo vaso ya no podían ingerir más. Exigió que tomaran un tercer vaso. Imposible. Sacó su correa de cuero, amenazó a que sigan tomando. Mudos y con los ojos saltones, no atinaron a responder los niños. No cabía una gota más en los pequeños estómagos. Golpeó con fuerza el piso. Casi rompe la correa. Asustados, embotados y con la barriga a punto de reventar, los pequeños sobrinos dejaron más de la mitad de cada una de las botellas sin consumir. Santo remedio para los Patiño Arana. Nunca más se atrevieron a pedir con tanta exigencia, molestia y bullicio.

 

Jaime adoraba a sus sobrinos. Hay muchas historias que contar. Todos lo recuerdan con alguna anécdota. Gabriel, Ligia, Pocha e Iván gozan rememorando sus bromas. Pero, no solo los sobrinos fueron víctimas de las inocentadas y chistes; también, primos, hijos, nietos y amigos. Como aquella vez que se vistió con túnica blanca y recorrió en la noche oscura varias casas del pueblo, tocando algunas puertas, mientras su primo Roberto, que estudiaba medicina, le daba juego a la dentadura de una calavera colocada en la punta de una vara alargada. A pesar de los años transcurridos, todavía hay personas que viven espantados creyendo que de verdad vieron un alma caminando por las calles del pueblo, como aquel chiquillo de ojos saltones (hoy todo un señor) que tembloroso y aterrorizado al ver al fantasma se descolgó por el balcón del segundo piso de su casa.

 

 

 

 

 

                   No todo era jarana, fiestas y bromas. Jaime asumía el trabajo con seriedad, diligencia y responsabilidad. Desempeñó cargos gerenciales en el Gobierno Regional de Huancavelica. Honesto y honrado, hasta el último día. Enemigo de aprovecharse de los cargos públicos.                  

 

 

 

 

Siempre preocupado por los desposeídos. Atendiendo y poniendo el hombro a favor de los necesitados. Tenía perfil de polemista. Marcaba su estilo cuando exponía. Le gustaba la discusión académica o política. Respetuoso y con altura sabía tratar a sus contrincantes.

 

En sus últimos días y meses dictó clases en Pre y Post grado de la UNMSM. Antes, breve experiencia como especialista en el Ministerio de Educación; visitó algunas regiones del país. Estaba animoso. Después de los altibajos de la vida, como que retomaba el ritmo de sus pasiones: la docencia, la política y la visita a los amigos. Dejó en blanco y negro un texto listo para publicar sobre marketing en salud.

 

Jaime o Aquiles, ¡Siempre! ¡Siempre!, vivirá en nuestros corazones. Estará presente como una persona sencilla, humilde y de buen humor. Hombre de sólidos principios y solidario. En octubre nos dejó. Aquel octubre que gustaba celebrar. El octubre internacional.

 

Nosotros, entre recuerdo y recuerdo, lo escucharemos en cada uno de los huaynos hecho poema y, como dijera César Vallejo: «… ¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida! (…) Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»

 

Octubre, 2020 - Ferrer Maizondo Saldaña
huachosperu@gmail.com

RELACIONADAS

SUSCRÍBASE AL BOLETÍN DE HUACHOS.COM

Recibe las últimas noticias del día

Su Nombre Completo
Correo Electrónico


TE PUEDE INTERESAR
Escribe tu comentario
Multimedia
HUANCAVELICA
ica
Entretenimiento
Rome Reports
Pandemia