En OPINIÓN LIBRE |

La educación para las mujeres del siglo XXI

“¿Cómo educar a mi hija en estos tiempos?” Se preguntan muchas madres y padres en los consultorios psicológicos. Una problemática individual que en realidad es de toda la sociedad.

 


       Por: Vanesa Monserrat Junco 

Profesora - Psicopedagoga argentina


“¿Cómo educar a mi hija en estos tiempos?”

 

Se preguntan muchas madres y padres en los consultorios psicológicos. Una problemática individual que en realidad es de toda la sociedad.

 

¿Por qué aparece ese conflicto en estos tiempos? ¿Qué sucede que educar a una mujer empieza a ser un tema a tratar?

 

Pues sí, todo ha cambiado. Y las antiguas maneras de educar para la reproducción de estructuras conocidas ha llegado a su fin por el propio peso de los sucesos históricos, religiosos, económicos, sociales y políticos.

 

Bien sabemos que la educación acompaña todos esos procesos. Entonces educar a las personas en general es, en este tiempo, un nuevo desafío cada día. Pero mayormente es el tema de las mujeres y su empoderamiento lo que ha movido el tablero.

 

Una sociedad que explicita y asume la violencia y manipulación masculina sobre la mujer está dando un paso hacia la verdadera paz y convivencia.
 

El punto que intentamos destejer hoy, es la realidad expresada por las publicaciones de la CEPAL, las naciones unidas y otras, donde se considera el avance de la mujer hacia la productividad y autonomía, con consecuencias en su autoafirmación y fortalecimiento de la autoestima. Seguramente ha sido un avance considerable ello si lo observamos desde una perspectiva a lo largo del tiempo. Pero seguimos preguntándonos:

 

¿Ese avance es para seguir sosteniendo el formato masculino y patriarcal conocido y super conocido en el modo estructural del funcionamiento vincular-social, en el cual las mujeres continuamos siendo un objeto de satisfacción de los deseos masculinos y no vistas como personas en igualdad de condiciones intelectuales y de derechos que los varones? ¿Qué postura van tomando las instituciones educativas en referencia a ello? ¿siguen las listas para observar las presencias diarias en el aula con los nombres de los varones primero y luego las mujeres, como para dar un ejemplo? ¿Se enseña educación sexual desde una perspectiva de género en tu pueblo o se siguen repitiendo que las mujeres deben estar casadas para ser felices,  que deben cocinar, ser madres dedicadas, y satisfacer sexualmente a sus maridos, dejando siempre para lo último sus deseos y  otros proyectos de vida?

 

 

 

 

                    Desmantelar el mandato masculino del siglo XXI. Y en el mismo sentido, educar para la mancomunación de lo femenino, ¿es un tema considerado en las instituciones educativas?                    

 

 

 

Mucho camino hemos recorrido intentando llegar a esa pregunta en los espacios institucionales. Porque en muchos lugares del mundo se sigue teniendo miedo y desconfianza frente a una mujer que puede tener más educación que un varón y mucho más si puede decidir los destinos colectivos de una nación. En muchos lugares del mundo, aun se obliga a usar velo en el rostro de una mujer.
 

Entonces miremos a nuestro alrededor: ¿educamos a nuestras niñas solamente para las decisiones hogareñas, para ser “modositas y buenitas”, para tener sexo con un solo hombre y estar casadas por siempre feliz, para ser trofeo de belleza y orgullo de su marido, o de su jefe? O sea, ¿para qué educamos a las niñas? Y frente a ello: ¿qué quieren las niñas de este tiempo? ¿cómo se salen de ese esquema en la que se las obliga en muchas culturas a vivir?
 

Es evidente que el corrimiento de maneras referido al lugar de las mujeres es un tema. Ya está aquí, y es parte de las circunstancias de la mayoría de las sociedades del planeta. Bendecidamente.  

 

Allí estará el maestro, maestra, terapeuta, orientando a la madre, al padre que nuevos tiempos son llegados. Que el orden de los varones o en ingles “lord ship” está llegando a su fin. Que una sociedad femenina en el sentido del respeto y la amorosidad está surgiendo luego de siglos de lo otro.

 

Una nueva sociedad inclinada a la convivencia en paz comprendiendo que aquel orden fomentó desigualdad, atropello de derechos, competencia y desgarramiento vincular. Un sentido de patrón, dueño, o como quiera decirle” sobre otro, otra “provocando sufrimiento. Siempre y para ambos sexos. Seguimos abriendo esa puerta para salir a jugar.

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