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La Lima Señorial y el universo de los provincianos de tierra adentro

Está claro que César Hildebrandt, típica criatura de la metrópoli limeña, y el rústico chotano presidente Pedro Castillo nunca se daràn cita para ir a cenar juntos y pasar momentos de agradable tertulia entre amigos.

Este articulo fue escrito dias antes de los eventos de cambio del tercer Gabinete Ministerial. (Fotomontaje)
Este articulo fue escrito dias antes de los eventos de cambio del tercer Gabinete Ministerial. (Fotomontaje)

 


Por: Eucadio Gutiérrez Solano

 

El periodista César Hildebrandt y otros opinólogos -de tercera monta- carecen de identidad nacional. Hildebrandt es el mejor periodista del Perú, con dotes excepcionales, de amplio conocimiento e imagen de un periodista honesto y competente.

 

Pero, según nuestra observación demuestra tener una formación tradicional y concepción colonialista, retrógrada, conservadora y capitalista.  Por ende, el periodista de polendas, forjado en la escuela antigua verticalista y memorista, arremete cuadrúpedamente -a todo pulmón- contra el Presidente de la República Pedro Castillo, por el solo hecho de ser campesino y realista a su estilo. Castillo no es un presidente mercader, pillo, demagogo, ni mucho menos embaucador; como maestro de escuela usa el lenguaje que emplean los comuneros. El mensaje del pueblo le molesta a los elitistas limeños, que a diario claman por la vacancia.

 

El Perú es una nación multiétnica, multicultural, plurilingüe, y de geografía diversa. Tiene comunidades nativas a lo largo y ancho del Perú. Su ecología es de muchas facetas, e infinidad de ecosistemas. Los peruanos viven desde las playas hasta más de 5 metros sobre el nivel del mar. Su gastronomía es múltiple. Cada lugar es un microcosmos de diversas características. Por tanto, para tener una idea de los moradores que viven en lugares alejados hay que haber vivido con ellos; de lo contrario toda opinión flota en el aire.
Chincha tiene 11 distritos, cada poblador de un determinado distrito tiene un concepto diferente. Los distritos andinos de la provincia: Chavín, San Pedro de Huacarpana y San Juan de Yánac, poseen abismal diferencias en su hablar, vestimenta, comida, folclor, costumbres y modos de vida, incluso en el campo educativo. En tal sentido, para juzgar a un hijo representativo de esos distritos hay que conocer su realidad.

 

Las personas del interior en un 99 por ciento, son honestas, humildes y muy trabajadoras. Tienen como pilar de su formación los apotegmas: ama sua, ama llulla, ama quella; no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas flojo.  Por lo general, viven alejados de la ciencia y tecnología.  No saben de discotecas ni de antros de corrupción. No conocen de paseos, ni de piques de motos. Pero viven, limpios, sin estar contagiados de la podredumbre y rapacidad. Nacen en casas humildes, muchas veces atendidos por parturientas. Se expresan de acuerdo a su contexto.

 

De uno de esos ambientes semejantes proviene Pedro Castillo Terrones, que desde su nacimiento tuvo que enfrentarse a los obstáculos de la vida. Siendo del campo aprendió a criar ganados, sembrar plantas, ayudar a la familia. Este detalle no observó Hildebrandt. A diferencia de este gran periodista y tantos cacasenos que nacieron en cunas de oro, en manos, de empleadas de servicio y atendido por buenos médicos, Pedro Castillo nació en la adversidad, seguro atendido por la familia, donde por lo general el quechua es el primer idioma. De modo, el presidente Castillo es bilingüe. No masca bien el castellano

 

Hildebrandt se educó en los mejores colegios, vistiendo ropa de marca, en tanto Castillo se vestía con ropa de la parada y a veces de segunda mano, educándose en una escuelita parecido a una pocilga. La diferencia entre uno y el otro es abismal. Castillo nació teniendo como patrón de conducta la honestidad y humildad, por su parte Hildebrandt vivió al lado de corruptos, delincuentes y sinvergüenzas. Conoció el burdel y encierres en hoteles de mal vivir, de borracheras y sexo a todo dar. 

 

En el pequeño lugar de Castillo no había prostitución ni nidos de corrupción, consumo de drogas y alcoholes. De modo, Pedro Castillo no es un “pobre diablo”, ni “indigno”. Es un campesino que llegó a la presidencia, derrotando a un tropel y escuadrón de corruptos y saqueadores del Estado. Con su humildad quiere gobernar el Perú, 200 años manejados y expoliados por la derecha. Castillo tiene defectos provincianos, pero eso no desmerece su alta investidura.  La derecha estuvo en el cargo 2 centenas de años, dirigiendo al Estado peruano a su antojo y capricho. Nadie le dijo nada. Nadie se fijó en su ascendencia ni en sus ojos. Se repartieron el erario nacional, por montones, en la sala del SIN, tampoco nadie dijo nada. Felices y contentos se cargaban la plata. ¿Quién dice algo?

 

Es muy cierto que le falta experiencia y conocer el mundo de la corrupción existente por todos lados, y decir que es un “pobre diablo”, es una evacuación mental recusable.

 

Repetimos Castillo aprendió en su tierra, ser honesto, en creer en los demás augurando que también piensan igual que él, cuando a su costado están muchas ratas, incluso en la fiscalía y procuradores. Se diría que Hildebrandt es un “pobre diablo”, seguido por muchos diablos, porque no sabe quechua y desconoce el Perú profundo. El periodista escribe desde la realidad de Lima, nutrido de las enseñanzas del mundo capitalista, desconociendo que el Perú es de muchas sangres y etnias. Luego, a Hildebrandt y tantos críticos hay que decirles “pobres diablos” por no conocer la realidad nacional.

 

Siendo la forma de vida en las provincias, distritos y aldeas muy diferentes, incomparables, con la vida que llevan las personas de la capital, no se puede hacer gala de mofarse y tratándolo de “indignidad” al Presidente Castillo. Hildebrandt, por lo visto, desconoce el alto grado de desarrollo de los pueblos existentes antes que los incas como Caral, sin ser barbudos, ni colorados. Los foráneos destruyeron el Perú matando a sus sabios y líderes, para poner como autoridad a ratas y asesinos, aunque fueron cerdos e ignorantes. Es decir, adorar a los descendientes de los genocidas y delincuentes que llegaron al Perú, y estuvieron saqueando todo el tiempo hasta nuestros días es desconocer la historia. Pues, la humildad y honestidad es una cosa, y otra ser ladrón.

 

Es diferente ser un presidente nacido en el mundo hamponesco, de la banda de cuello y corbata que, proceder del campo, siendo rondero. Para los campesinos robar y mentir es una blasfemia. Son 200 años que aprendieron las artes y vicios del mal, y empobrecer al pueblo. Quienes piden vacancia, porque no modula bien las palabras, son los peores ignorantes del Perú, cómplices o actores del saqueo y miseria peruana. En pocas palabras, Hildebrandt, también es un “pobre diablo”, porque como periodista debe saber el quechua y conocer la realidad nacional. Para Hildebrandt, como otros periodistas de lengua larga y bífida los shipibos nunca llegaran a ser presidente del Perú, porque tienen dejo selvático, etc.

 

NB: Los artículos publicados en esta Sección Opinión Libre son de entera responsabilidad de su autor. El contenido no refleja necesariamente la opinión de Huachos.com

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