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“Pata de plomo”, una historieta rocambolesca

El día en que “Pata de plomo” hizo su luna de miel en una vieja estera en una choza del campo, usado por su suegro como refugio para cuidar la chacra.

Al docente en cuestion se le decia "Pata de plomo", por su lentitud para caminar. Uno de ellos es el protagonista de los hechos. No lo identifico claramente para no herir susceptibilidades muy a flor de piel.
Al docente en cuestion se le decia "Pata de plomo", por su lentitud para caminar. Uno de ellos es el protagonista de los hechos. No lo identifico claramente para no herir susceptibilidades muy a flor de piel.

 



Por: Eucadio Gutiérrez Solano  Profesor/Periodista

 

Sucedió un miércoles en un colegio de la ciudad, cuya fecha y año no recuerdo. “Pata de plomo”, el Chavo y el más loco de los locos: Alonso, trabajaban juntos como docentes. Para este ínterin, “Pata de Plomo”, llamado así por su lentitud para caminar, había cobrado 450 soles para aprobar a un alumno de quinto de secundaria.

 

El mal profesor aprovechó para colocar azul el calificativo del alumno porque el padre de familia, conocido como “Sapo muerto”, movía dinero. Era diciembre, ”Sapo muerto” estaba desesperado,  porque su vástago del último suspiro, en enero debía presentarse a una Escuela Militar, donde su compañero de Promoción ejercía la dirección.  Así, el registro de notas  fue cambiado arteramente, hecho que llegó a los oídos del Burro, Camarón  y Gelatina, directivos del colegio.

 

Como el chisme corre más que el viento, todos los docentes se enteraron del caso insólito que ensombrecía la honradez de los profesores; entonces pidieron, en una asamblea,  sancionar -previa lupa- al que se equivocó de ser profesor para convertirse en ladrón evitando, de modo, la difusión del mal.


“Pata de plomo”, según las malas lenguas, había planificado con la querida hacer realidad su sueño de adolescente truncado: gozar, comer y dormir en un hotel de la capital, similar a Sheraton, y con la sobra del dinero comprarse alguito.

 

El mañoso “Pata de plomo”, con el corazón ardiente como besando a su chinita, con mucha cautela guardó las 400 lucas y 50 solefacios, para el viaje de placer que haría en la empresa Ormeño, en un ambiente donde el tortolito tenía sus cosas, materiales educativos y los exámenes tomados.

 

Circunstancialmente, el Chavo estaba al otro lado de la pared, moviéndose con destino al patio del colegio percatándose del escondite que hacía su amigo pisquero, “Pata de plomo”, de donde salió el dicho, más tarde, “hasta las paredes tienen ojos”.

 

Los profesores se reunían los miércoles para la práctica deportiva. Uno de los días el Chavo había conversado con el loco Alonso, afirmándole que había visto a “Pata de plomo”, con tanta discreción y aplomo, como si hubiera ganado una lotería, ajustando el bolsillo derecho cual fuese  un bulto movible, abrir la puerta del salón que ocupaba, escudriñando a todos lados. El hombre del barril, sospechó del extraño movimiento de su choche, entonces le nació la curiosidad de revisar el lugar de tantos papeles, exámenes y prácticas que se guardaban en una vitrina. Su inquietud le hizo descubrir que había entre exámenes 450 soles.  Los alumnos le habían contado a Chavo, que el profesor “Pata de plomo” había cobrado esa cantidad para aprobar al hijo de “Zapo muerto”, uno de sus compañeros jalados. La suma de dinero coincidía con lo hallado y que estaba en medio de los papeles, plata que guardó indudablemente, “Pata de plomo”, para usarlo, después, en el viaje de placer que había planificado con su adorada secre.

 

Como los profesores necesitaban dinero, el gran Chavo, comunicó el hecho al loco Alonso. Este personaje, sin carta de tonto, de inmediato, convenció que el Chavo sacara la plata, porque también sabía la historia negra del origen del dinero. Ya con la plata Chavo, al término del partido,  empezó a pedir -en el bar de la esquina- refrescos, bebidas, y hasta combo. Para que “Pata de plomo” no se diera cuenta, el loco Alonso pagaba la cuenta anunciándoles, con aires de cólera,  que en la próxima cita le toca a otro, porque él no es cojinoba.  

 

 

 

                

“Pata de Plomo” habiendo llegado el día para el viaje placentero, fue en busca del dinero guardado, sin presagiar nada extraño,  con mucha alegría, moviendo sus labios, caminando a paso ligero, lo que nunca hacía, abrió la puerta de la vitrina y fue directo al lugar donde había escondido los billetes.

 

                

 

 

Para sorpresa de él no estaba la plata. Pasó más de media hora buscándola para marcharse a Lima. La cautivadora chinita, la esperaba en la agencia.  En ese instante, “Pata de plomo” estaba oloroso, bien peinado con brillantina, y repasado en la peluquería de Win. Luego salió aturdido, morado como si hubiera recibido la peor noticia de su vida. Las manos les temblaban, los getas se movían, como queriendo comerse al foraja,  que había tomado los billetes guardados.

 

Entonces, pensó que el Chavo, le había hecho la mala jugada, frustrando su viaje afectivo que iba realizarse -cual se tratara de la luna de miel- donde 2 amantes se iban a entregar de cuerpo a cuerpo el amor que tanto añoraban, y para evitar los chismes, programaron viajar a Lima.  Salió expeliendo fuego en busca del Chavo, al encontrarlo le increpó fuertemente que les devuelva la plata que había ahorrado durante todo el año. –Te rompo el hocico, dijo. Chavo como es natural, entre 2 ratas, se negó rotundamente, amenazándolo  con denunciar por calumnia. “Pata de plomo” fue preguntando de profesor a profesor, con los ojos llorosos, sin poder hallar al culpable del hurto.   

 

Para entonces, los 450 soles ya se habían hecho humo. EL Chavo y el loco Alonso se reunieron por última vez en una chingana, gastando lo poco que le quedada, no hallando ningún centavo para el mozo. Salieron conversando. El cantinero que ya se había convertido en el caserito, se  quedó con la miel en la boca, sin preguntar a estos 2 vivos, que gastaban a raudales la plata de “Sapo muerto”. Así terminó la historia de 3 amigos. Y, “Pata plomo” que había soñado dormir en un buen hotel, con cama redonda y giratoria, espejos en los 4 lados y en el techo, para ver las escenas que harían, ejercitando sus músculos, imaginación que le contó, en voz baja, a su amigo “Pisa blandito”, tuvo que cambiar a última hora el lugar de atracción y placer, y acostarse sobre una vieja estera en una choza del campo, usado por su suegro para cuidar la chacra. Felizmente ya había comenzado el verano, no sintiendo el duro frío invernal. La noche era interminable, musicalizada por los chasquidos de los insectos. Por momentos la lechuza le hacía perder el ritmo de sus travesuras lujuriosas.

 

En el acto de placer, “Pata de plomo”, estando arriba, sintió que perdía energías y venir el calambre hacia sus pantorrillas, de pronto exclamó, -mete el dedo, porque me siento agotado. La hembra con arte y suavidad introdujo el dedo, y repuso la energía perdida, evitando la caída como el pato del supuesto torillo.   

 

Los gallos anunciaban la amanecida, y sin bañarse cubrieron sus rostros, y marchó -cada quien- a sus casas, dando por terminada la historia de 3 diablos, en que 2 bebieron y comieron a lo grande, atún tras atunes, y “Pata de plomo”, se conformó con los besos ardientes que le dio la fémina. Con los huesos adoloridos, de hambre y soñoliento, Pata de Plomo,  tuvo que caminar hasta tomar un taxi, dando por fin sus malas andanzas.  ¿Será cierto? Sigue el camino y encuentra el detalle. Cualquier parecido es pura coincidencia.

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