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Potencial turístico del Perú bloqueado por la corrupción y la ineficiencia (II)

Desafíos del Gobierno Nacional, Gobiernos Regionales y Municipales en esta industria sin humo.

Por: Oswaldo Carpio Villegas - Profesor en Marketing Político


Desafíos  del Gobierno Nacional, Gobiernos Regionales y Municipales. Potencial turístico del Perú bloqueado por la corrupción y la ineficiencia (Parte II)

“El Perú tiene el potencial turístico más grande de América del Sur, un potencial envidiable” afirma Tibisay Monsalve, Gerente General de la Sociedad de Hoteles del Perú. ¿Qué nos falta? Ponernos el chip,  la tarjeta e ingresar de manera decidida  al mercado del turismo regional y mundial.  Es cierto que se ha avanzado porque luego del desastre de los gobiernos y del terrorismo en los años 70, 80 y parte de los 90, hemos salido del fondo del pozo. Pero,  es insuficiente dado nuestro potencial. No sólo no estemos preparados. No tenemos consciencia como nación de ese potencial y, en consecuencia, carecemos de objetivos, metas, políticas, estrategias, programas y acciones sustantivas.

Nos falta conocimiento, cultura turística y organizacional además de convicción. Por ello, pese al esfuerzo y a los resultados parciales, carecemos de acciones estratégicas en los distintas circuitos y estructuras de gobierno que nos conviertan en un país que sueña, respira, late, actúa y vive la pasión de la industria turismo. Porque los países, las ciudades y los pueblos viven del turismo que mueve billones de dólares y más mil millones de viajeros anualmente.

Países ricos,  medianos y pequeños generan grandes ingresos provenientes del turismo que genera empleo. Se precisa, entonces,  acción creadora, transformadora, comprometida y especializada. Pero, sobre todo, una ciudadanía, un país que ame forje una cultura turística. Un país que no se dispare a los pies pues teniéndolo todo para ser una potencia regional no toma aún las decisiones estratégicas que lo impulsen en la dirección correcta.

2014 más de 3 millones 800 mil turistas (?)

El Perú recibió en el 2014 más de 3 millones 800 mil turistas. Pero, en sentido estricto, afirma Tibisay Monsalve, se puede afirmar que sólo llegaron un millón porque en la cifra global de las entidades mundiales del turismo, la mayoría de los que ingresan al Perú son hombres de negocios, tripulación de aviones, migrantes y visitantes de los países limítrofes que llegan por unas horas o un día, realizan algunas compras, asisten a un servicio, disfrutan de alguna comida en un restaurante y, retornan, pronto, a su país.

No se trataría, entonces, estrictamente, de un viaje turístico destinado al disfrute, paseo, visitas organizadas, prolongado en el tiempo y, en consecuencia, realiza gastos mayores al de un simple cruce de frontera por unas horas. Si restamos, entonces, las efímeras visitas, la cifra grande se reduce. Por ello es que los ingresos económicos siendo importantes no son todavía significativos. Pese a nuestras limitaciones estamos avanzando.

El Perú, dado el enorme potencial que ostenta, podría ponerse como objetivo alcanzar en un tiempo definido técnicamente, 10 millones de turistas, con lo que podría multiplicar sus ingresos a 10 mil millones de dólares. Una  meta alcanzable. La única manera de alcanzar ese objetivo es realizando cambios profundos, especialmente en los grupos gobernantes, la burocracia pública, las élites regionales y locales, y en la ciudadanía. Porque el ciudadano, los jóvenes  y los niños han de comprometerse con la idea de ser un país turístico. Algo que se ha logrado en los países que viven del turismo o cuyo ingreso nacional, regional y local depende del turismo.

Veamos en primer lugar el potencial turístico del Perú. El Perú tiene una gran riqueza potencial para el turismo. Posee historia milenaria materializada en miles de monumentos y vestigios arqueológicos. Posee múltiple, variada y bella diversidad cultural y artística. Ciudades históricas con sus respectivos centros urbanos reconocidos como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad. Cuenta con una mega-biodiversidad de flora y fauna. Tiene las zonas geográficas, climas y pisos ecológicos, conjuntamente con bellos y reconocidos parques naturales, singulares en el mundo. A gestado una gastronomía en pleno desarrollo y cada vez mejor posicionada en el mundo. A todo ello, se suma un litoral de más de 2500 kilómetros, el lago más alto del mundo y la más hermosa y heterogénea selva amazónica.

El Perú, posee, entonces, un territorio extraordinariamente colmado de riquezas naturales y de historia milenaria. Cuna de civilizaciones y culturas cuyas huellas están presentes en todos los espacios del territorio nacional. No hay país de América del sur y central que cuente con ese potencial. Sin embargo, no estamos desarrollando. Antes bien,  lo destruimos con políticas urbanicidas y delictivas de los restos arqueológicos y nuestra riqueza natural por obra de mafias locales, regionales y nacionales.

No somos todavía una potencia gastronómica mundial

En la Cumbre Mundial del Banco Mundial y el BID realizada en Lima se ha reconocido el enorme avance en la economía peruana pese a la crisis actual, una de cuyas expresiones es la gastronomía que se despliega apelando a su generosa diversidad y al liderazgo de Gastón Acurio y otros líderes.  En la Cumbre se organizó un gran patio de comida en el que alrededor de dos millares de asistentes disfrutaron durante cuatro días la calidad de la oferta gastronómica peruana, reconocida, por cuarto año consecutivo, “mejor destino gastronómico” de América del Sur.

Sin embargo, pese a los formidables avances, no somos todavía una potencia gastronómica mundial porque no contamos con una presencia nacional homogénea en calidad, tampoco con trabajadores capacitados en la excelencia en todos las fases de la producción y servicio gastronómico. Lo que nos falta en gastronomía es aún mayor en otros ámbitos. No sólo es un tema de educación y capacitación: los malos políticos son urbanicidas, destruyen bellas ciudades y pueblos por ignorancia y corrupción.  El urbanicidio arrasa para siempre con espacios de calidad, reemplazados por mamotretos de edificios y parques que horrorizan al visitante, maltratan la autoestima y ahuyentan al turista.

¿Qué es lo que le falta a nuestro país para avanzar realmente en la industria turística?  Carecemos de infraestructura adecuada. Nos faltan aeropuertos, puertos fluviales y lacustres, carreteras, pistas de calidad; además, no ponemos en valor las ciudades ni modernizamos con decisión el obsoleto, contaminante e inhumano transporte. No tenemos un significativo número de hoteles y en un mundo globalizado la conectividad es tercermundista.

Pero, lo peor, es que hemos superado nuestros malos hábitos de impuntualidad, desorden, falta de limpieza e higiene. Nuestros pueblos y ciudades lucen sucios. El transporte y el tránsito es de muy baja calidad, inseguro y extremadamente caótico. A todo se suma la inseguridad ciudadana. El turista se aleja de lugares que amenacen su vida. Pese a todo, hay lugares  como en el Cusco y algunas otras ciudades del país en los que hemos avanzado.

La burocracia nacional , regional y municipal

La ausencia de infraestructura es clave. Así, por ejemplo, si creciera la presencia de turistas no tendríamos capacidad para alojarlos. Nos faltan hoteles de calidad en todo el país pese a que entre el 2015 y el 2020 se tiene prevista la construcción de 46 hoteles en Lima. ¿Y cómo está el resto del país? En modorra cuando en otros lugares del mundo la velocidad nos aleja de los primeros lugares.

En la Cumbre realizada en Lima se ha reconocido que hay un  mejor clima de negocios.  Ante el presidente de la ONU se recordó cómo luego de la hecatombe de hace 30 años el Perú fue declarado por el FMI país inelegible. Hemos salido de la profunda crisis pero nos falta tener la convicción de que todo es posible.

¿Cuál es uno de los mayores obstáculos? Las trabas burocráticas en todos los niveles y estructuras del Estado que responden a una cultura y hábitos subdesarrollados: el subdesarrollo está en la mente.
 
En el plano municipal, por ejemplo,  las diversas licencias que deben obtener las empresas para realizar sus actividades demoran largos meses y años. El Estado es una gran rémora. Existe la cultura perversa del trámite, el permiso, el sello, el memorándum, la firma del burócrata, requisito indispensable para el paso de un papel de una oficina a otra. La burocracia torna lento al país, sus regiones, ciudades y pueblos que requiere velocidad, cambio, modernización para avanzar y superar la pobreza. En el siglo de las ciudades, los países desarrollan cuando las ciudades desarrollan.

El Banco Mundial,  ha realizado un estudio que demuestra, por ejemplo, que en el Cusco -región que obtiene significativos ingresos por turismo- se requiere de 2080 días para conseguir las licencias necesarias para construir un hotel o un negocio. ¡2080 días! ¡Más de cinco años!

El estudio -parte de un convenio con el ministerio de Cultura- ha permitido  eliminar trabas y pasos burocráticos, además de capacitar a funcionarios y empleados del Estado, y elaborado un software apropiado. Esta experiencia se puede replicar con éxito en todo el país. Pero, todo ello requiere liderazgo, consciencia, conocimiento, compromiso y personal capacitado. La sumatoria de todo ello es resultado de convicciones profundas y una fuerte voluntad política para realizar cambios sustantivos.  El cambio mayor consiste en cambiar el chip para hacer del turismo una industria que avance a pasos de gigante.

En este proceso, la importancia de las municipalidades es fundamental. Ellas pueden ser las grandes impulsoras del desarrollo. En este momento, salvo muy contadas excepciones, son un obstáculo. No hay consciencia en la burocracia pública que se debe facilitar la inversión privada. El espíritu burocrático nutrido de una cultura e historia estatista recela y sabotea la inversión privada en búsqueda de coima. La falta de convicción y la perversa cultura de la corrupción bloquea la inversión. El enorme daño de la burocracia corrupta a las ciudades, a las regiones y al país es incalculable. Ese es el cambio indispensable para ser un país turístico. Los alcaldes deben liderar el cambio. Las ciudades y pueblos del Perú pueden vivir de la industria del turismo.


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