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Simón Chumpitaz, el hombre que sembraba por las noches

DISTRITO DE ASIA, CAÑETE - LIMA.

Simón, el quinto de 12 hermanos tenía un plan para salir de la pobreza. Vivía en la Isla de Asia en una casa modesta. Pasaba sus días trabajando de peón y en la poca chacra que tenían sus padres.

Una historia verídica del distrito de Asia, provincia de Cañete - Lima.
Una historia verídica del distrito de Asia, provincia de Cañete - Lima.

 

Había llegado el agua de la sierra al distrito de Asia y todos se encontraban regando sus chacras. Simón, el quinto de 12 hermanos tenía un plan para salir de la  pobreza. Vivía en la Isla de Asia en una casa modesta. Pasaba sus días trabajando de peón y en la  poca chacra que tenían sus padres.

 

Salió muy temprano en su burrito y visitó unas 10 casas.
 

Al regreso venía contento silvando; había conseguido lo que quería, 10 hectáreas de tierras para sembrar pallares.

 

 

 

El ruido del agua de la sierra que corría por el río era música para los oídos de Simón. Mayormente el agua se quedaba en Coayllo, pero por lo visto este era un buen año, así que Simón no lo iba a desperdiciar, en Asia se tenía la costumbre de machacar bien las tierras y con solo eso salían las cosechas.

 

Cogió una lampa y se dirigió a la toma el Limón, su papá asombrado por el atrevimiento de Simón ya que solo tenía 19 años y "se estaba metiendo en una camisa de 8 mangas".

 

Los jóvenes de su edad mayormente jugaban pelota y ayudaban a sus padres; Simón en cambio tenía una madurez y una determinación acérrima para lograr algo.

 

Durante los 15 días que duró el agua, se dedicó a regar las 10 hectáreas, amanecía y anochecía en la chacra.

 

Luego de dejar orear el machaco, contrató a un tractorista para arar todo. Su padre, al verlo tan decidido en su trabajo, llamó a Simón para prestarle dinero para pagar al tractorista y a los peones de  siembra. En cambio, el trato con los dueños de las chacras eran diferentes, aquellos le dijeron a Simón que si lograba sembrar y cosechar pallares, solo le entregue un saco de pallares en forma de pago. En sí, nadie creía que Simón lograse sembrar  todas esas chacras por lo joven que era.

 

En 2 días sería luna cuarto creciente y en un solo día debía sembrar todo.

 

Empezó a buscar gente para  sembrar, pero todos estaban ocupados en sus chacras así que fue en busca de sus tios.

 

Sus tios le ayudarían en conjunto con sus hermanos y su padre, pero sólo hasta el medio día y con la condición de que sería un tornapeón, Simón debía devolver las horas de trabajo trabajando en sus chacras de cada uno de ellos.

 

Llegó el día esperado, 5 de la mañana todos con su mate de  semillas y lampa en mano, empezaron la siembra. Eran 10 los sembradores en total, muy buenos todos.

 

A las 12 del medio dia todos agotados pararon la siembra para ir almorzar, luego se irían todos.

 

Simón solo y preocupado y con 2 hectáreas aún por sembrar, continuó sin parar.

 

Al llegar la noche había acabado una hectárea y le faltaba una más. Se fue a su casa a cenar pensando que la luna se pasaría y esa hectárea no produciría igual que las otras;  Simón aprendió de su padre, sembrar guiándose de la luna.

 

Estaba cenando pensativo y de pronto se queda mirando fijamente al viejo petromás que estaba al rincón de su casa, saltó de alegría y se dispuso a prepararla para encenderla.

 

Compró combustible y llenó el tanque, y luego de varios intentos logró encender el viejo petromás .

 

Cogió su sembradora, lampa y semillas y se dirigió a la chacra para continuar con la siembra.

 

Los vecinos asombrados se acercaban para ver qué pasaba ahí, era Simón que a cada cierto avance trasladaba el petromas para poder iluminarse y así continuar con la siembra de pallares. Nunca antes se había visto a un hombre tan esmerado y apasionado en culminar una siembra. Al día siguiente todo el pueblo hablaba de Simón y de su esfuerzo por terminar de sembrar la Chacra.

 

Pasaron los meses y los primeros pallares empezaron a engordar, Simón empezó con las primeras cosechas y a venderlas en Mala. Conforme pasaban los días aumentaba la cosecha y tuvo que llevar los pallares al Mercado Mayorista de Lima.

 

Simón, tuvo una súper cosecha y muy generoso entregó una parte de las ganancias a los dueños de las chacras más un saco de pallares, y el resto del dinero ganado lo usó para estudiar en la universidad. Los dueños felices por la generosidad de Simón le propusieron darle sus chacras un año más

 

Simón está vivo aún, y cada vez que reunen con sus vecinos lo recuerdan como el hombre que sembraba por las noches. Digno ejemplo de esfuerzo, lucha y superación. Aprovechó la oportunidad para crecer y salir de su zona de confort.

 

(Historia inspirado en Simón Chumpitaz,  natural del distrito de Asia, Cañete-Lima)

 

 

 

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