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"Una mirada a la distancia" artículo pesentado a tres burgomaestres de Huachos

MUNICIPALIDAD DISTRITAL DE HUACHOS.

No deseo pedir que la nueva autoridad municipal construya monumentales edificaciones. Es imposible. Tampoco se necesita. Solo me permito algunas percepciones y sugerencias

Espero tomen nota de la propuesta de un ciudadano. Algunas de las ideas fueron presentadas al Alcalde saliente Pedro Huaycochea; parece que no tuvieron la atención que corresponde. Luego fue presentado a René Diaz Villavicencio, ahora es a la nueva alcaldesa 2022 Eliana de los Ríos Ascona. E
Espero tomen nota de la propuesta de un ciudadano. Algunas de las ideas fueron presentadas al Alcalde saliente Pedro Huaycochea; parece que no tuvieron la atención que corresponde. Luego fue presentado a René Diaz Villavicencio, ahora es a la nueva alcaldesa 2022 Eliana de los Ríos Ascona. E

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  Por: Ferrer Maizondo Saldaña


NOTA BENE (publicado por el autor en Facebook): Hace ocho años remití el presente mensaje al entonces alcalde Pedro Huaycochea Vera; luego, cuatro años después, el mismo texto, envié a la señora René Díaz Villavicencio. Enterado que ya tenemos nueva alcaldesa en Huachos (Eliana de los Ríos Ascona), me atrevó a presentarlo públicamente,  por tercera vez, con pequeñas modificaciones. Lo envío en mi condición de ciudadano, nacido en Cruzpata, con toda humildad. Me preocupa los insultos y agresiones verbales  que se lanzan unos contra otros; las redes sociales en los últimos días están saturándose de violencia verbal, sucia y asquerosa. Así no construiremos el desarrollo de nuestro pueblo. Requerimos un poco de madurez. Sentido común. Es la tercera alcaldesa de Huachos; la primera dama que ocupó el sillón municipal fue Apolonia Cárdenas Gutiérrez de Patiño;  producto de sus principales gestiones fue la creación del colegio secundario San Cristóbal y la culminación de la carretera Chincha-Huachos. Algunos de estos párrafos son parte del último libro de crónicas “Huachos”, publicados hace un mes.  Sin más preámbulo, he aquí el texto:

 

 

Estimados compoblanos:


 

 

 

17-08-2019 | Vivir distante del pueblo, por motivos de trabajo, familiares o estudios, no hace que la olvidemos. Al contrario, Huachos está en nuestra mente y  corazón. Estamos pendientes, como muchos huachinos, de su desarrollo, de sus carencias y necesidades.

No deseo pedir que la nueva autoridad municipal construya monumentales edificaciones. Es imposible. Tampoco se necesita.  Solo me permito algunas percepciones y sugerencias a la señora Alcaldesa y sus regidores. Espero tomen nota de la propuesta de un ciudadano. Algunas de las ideas fueron presentadas al Alcalde saliente; parece que no tuvieron la atención que corresponde.

Nos preocupa que los puquiales, caminos, puentes,  cementerio, márgenes del río y la plaza,  se desenvuelvan entre el olvido y el  abandono.

Los puquios

Los manantiales, donde bebimos frescas y dulces aguas, siempre fueron lugares de respeto. Espacios conservados. Bordeadas con piedras labradas y bien asentadas. Rodeados de arbustos,  conservaban un aire de misterio.

Al pie del pueblo estaba el manantial más popular. Muchas generaciones bebieron de su fuente. Con baldes de aluminio o jarras de porcelana se trasladaba el agua hacia las casas. Los otros manantiales que están a los bordes del pueblo son los de Manzanapata, Cruzpata y Tambillo.

Cuánto ha cambiado el mundo que las fuentes de vida, se mantienen hoy cubiertas de indiferencia, arbustos y olvido. Sus cristalinas aguas ya no calman la sed del caminante. Están perdidas entre una tupida e impenetrable vegetación. Las rutas de acceso se han perdido o están saturadas de asquerosidad.

Los caminos

Los caminos unifican a los pueblos. Cuatro caminos importantes salían de Huachos. El de mayor tránsito, camino a la quebrada,  hacia la costa, a Chincha, tenía su punto de despedida o llegada en Cruzpata. El segundo camino que parte de Maquitacana, unía a los anexos de Huajintay, Santa Rosa y Pichuta;  mantenía prolongación hacia Cajamarca y Capillas; Chacapatán era el lugar de despedida o llegada.  El tercero, que parte de Lucma hacia Quiropalca y Suytupampa, pasando por Huaycos y Ccacachaca; conducía a la capital de la provincia, Castrovirreyna. El cuarto, el que unía con Villa de Arma, pasando por Mejorada y Cotas; en Machopanteón era el hasta luego.

Además de los cuatros caminos clásicos de rutas largas, había un camino  de ruta corta, limpio y bien cuidado,  por el que  toda la población transitó; propios y extraños. Unos por obligación, otros por necesidad, algunos por curiosidad; hablo del eterno camino que conduce al manantial que está al pie del pueblo.

Cada uno de los caminos tenía sus zonas de las despedidas, de los adioses, de las miradas tristes, de la última mirada con la promesa de pronto volveré.  Los caminos tenían también sus conocidos espacios de descanso; ascensos y descensos; estrecheces y amplitudes. Algunos trechos se recorrían sobre territorio accidentado, mirando el abismo.  Todos ellos, bordeados casi siempre de piedras, cabuyas y espinos.  Están a punto de desaparecer como el camino que pasa por Campo Alegre, sube a Gellomogo, pasa por debajo de Ancapa Huachana y baja hacia Chapaca.

Esos caminos que durante décadas llevaron esperanzas de vida,  noticas múltiples y encargos familiares, hoy están abandonados, olvidados. Espantan al transeúnte. No invitan a recorrerlos.

Los puentes

Los puentes permitieron siempre la integración de los pueblos. Chacapatán y Chapaca en sus buenos tiempos sirvieron para acortar distancias, unir comunidades y ahorrar tiempo al caminante.

Ayudaron durante décadas en el intercambio de productos de los diversos pisos ecológicos. Cuando las aguas incrementaban su caudal, durante la temporada de lluvia, permitían un tránsito fluido de los animales y las personas.

El puente Chapaca teniendo de base gruesos troncos y ramas de eucalipto. El de Chacapatan, sostenido con gruesos cables de metal, se movían al ritmo del transeúnte, motivo suficiente para que niños y jóvenes midan su temple y fortaleza al cruzarlos. Bastaba cruzarlos, portaviandas en mano, y al otro lado del río, siempre encontrábamos frutas silvestres que al vuelo cogíamos algunos y seguía la caminata.  

Hoy están cubiertos de desamparo, dejadez y desatención.  Vienen siendo consumidos por las  polillas. Se mueven al ritmo de los olvidos de las autoridades municipales y comunales.

El cementerio

El cementerio actual es el segundo camposanto del pueblo. El primero, llamado Machopanteon, o cementerio antiguo terminó en un corralón de animales vacunos.

La mayoría de los restos mortales fueron enterrados bajo tierra y, sobre ella se construyeron los nichos. Ya no hay espacio para depositar un cadáver más; pero, se siguen enterrando. No solo está saturado.  Gran parte de los muros de adobe que protegdn el ambiente están por los suelos. El conjunto de hornacinas ubicados en las paredes interiores que protegían calaveras  de fallecidos procedentes de china, Italia y otros lugares del mundo están desapareciendo.

Los restos mortales de nuestros padres y abuelos no están siendo honrados como se merecen. Es una ofensa las condiciones en que se mantiene el cementerio. Si los muertos pudieran reclamar, estuvieran todos en el municipio exigiendo atención, porque muchos de ellos si eran valientes y conocían sus derechos.

El río y sus encantos

Las aguas del río Huachos son frías, pero dulces, transparentes y frescas. Riegan  campiñas y   jardines. En época de lluvia es un río turbulento de aguas chocolatadas, bulliciosas  y caudalosas. Generan temor.

En las profundas pozas de Tukumachay, Tinko, encima del puente y Paccuri, bordeadas de enormes piedras, la mayoría de niños aprendimos a nadar. A decir verdad, éramos buenos chapaleando en sus aguas.

Guardamos recuerdos dulces y lejanos de cuando las señoritas preparaban las melcochas. Luego de hacer hervir el azúcar con un poco de agua y limón, vaciaban sobre una piedra lisa lo hervido y con arte empezaban a jalonear y torcer, pasar de una mano a otra, hasta que ya blanquecida se partía de trozos para luego compartir con todos los mirones. Entre juego y juego, muchos de los amores juveniles  iniciaron en estos ambientes. Algunos de ellos todavía son amores eternos.

La plaza

Empezamos a recorrerla y jugar cuando solo era un enorme pampón, desnivelado y de piedras  menudas, con dos arcos  de palo en sus extremos. Al fondo el Cabildo con sus arcos de ladrillo; al otro lado, el templo católico y sus dos pinos.  Más que una plaza era un campo de futbol. Que felices éramos aquellos días. En la fiesta patronal se utilizaba también para las procesiones de los Santos Patrones, los bailes populares al compás de las bandas musicales y  para las corridas de toros y toreros.  En la navidad, los mejores danzantes del pueblo levantaban polvo del piso mostrando sus artísticos zapateos.

En diversas gestiones municipales los alcaldes quisieron “modernizarlo”. Entre remodelación y remodelación, lo único que aumentó fue el cemento y el mal gusto. Pareciera que les aborrece la identidad de nuestro pueblo. Ha querido modificarlo, cambiarlo. Tengo la impresión que algunos desean acabar con la vida de nuestro terruño.

 La actual plaza es una muestra de lo que no debe hacer un alcalde. Esas pinturas en el mural del fondo atentan contra el color, la forma artística, la representación gráfica y la composición visual.

Colofón

Todavía estamos a tiempo que nuestro pueblo retome el ritmo del progreso y desarrollo. Dejemos de ser un pueblo de candados.

Agosto, 2019. Ferrer Maizondo Saldaña / DNI 20121335 / huachosperu@gmail.com

 

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