Redacción HC

El uso de la tecnología nunca sustituirá la enseñanza presencial. Los teléfonos inteligentes son una distracción para el aprendizaje.

Sin mebargo, menos de la cuarta parte de los países prohíben el uso de los móviles en clase.

Dar una computadora por niño no mejora, por sí sola, los conocimientos. En menos de la quinta parte de los países se estudia la inteligencia artificial en la educación obligatoria. Tras la pandemia, los gobiernos están limitando la cobertura de una tableta o laptop por alumno. Y más del 90% de los repositorios educativos se producen en el hemisferio norte.

Estas son algunas de las conclusiones de un nuevo informe mundial sobre la tecnología en la educación que la Unesco presenta este miércoles en Montevideo, y que da cita a al menos 18 ministros de Educación.

Definitivamente, según los expertos, el uso de smartphones y computadoras interrumpe la actividad de aprendizaje de los niños y jóvenes.

“La revolución digital contiene un potencial inconmensurable pero, al igual que se ha advertido sobre cómo debe regularse en la sociedad, debe prestarse una atención similar a su uso en la educación”, advierte Audrey Azoulay, directora general de la Unesco, quien en tiempos de Chat GPT y luego del impacto de la pandemia del covid-19 reafirma que “las conexiones en línea no sustituyen a la interacción humana”.

Hubo un tiempo en que se pensaba que el aterrizaje de las nuevas tecnologías en las aulas eran pura ganancia. Las instituciones empezaron a invertir en equipos, en conectividad, en clases virtuales. Pero ahora, en que la mitad de los liceos en el mundo cuentan con internet para fines pedagógicos (en Uruguay supera el 90%) y que el 66% de los pobladores son usuarios de la red, los expertos internacionales insisten en que llegó el momento de poner el énfasis en los usos de la tecnología, evaluar los aprendizajes y evitar los perjuicios.

¿Por qué?

“No existen muchas pruebas sólidas sobre el valor añadido de la tecnología digital en la educación. La tecnología evoluciona a un ritmo mayor del que es posible evaluar: en promedio, los productos de tecnología educativa cambian cada 36 meses. La mayor parte de la evidencia procede de los países más ricos. En el Reino Unido, el 7% de las empresas de tecnología educativa habían llevado a cabo ensayos controlados aleatorizados, mientras que el 12% había recurrido a certificación de terceros. Según una encuesta realizada entre docentes y administradores de 17 Estados de Estados Unidos, solo el 11% había solicitado pruebas sometidas a revisión externa antes de la adopción. Muchas de las pruebas proceden de quienes intentan vender la tecnología. Pearson financió sus propios estudios para refutar análisis independientes donde se demostraba que sus productos no tenían ninguna incidencia”, reza el informe de Unesco .

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Según el ministro de Educación Pablo Da Silveira, “el mundo está dejando atrás la edad de la inocencia en relación a las nuevas tecnologías. Es verdad que (la tecnologías) abren grandes oportunidades, como se vio desde el inicio, pero también es verdad que implican riesgos preocupantes”.

Como ejemplo de esta tendencia que es histórica, Da Silveira cita la invención del automóvil que trajo enormes ventajas (transportar rápidamente a personas que necesitan atención médica urgente), pero también trajo los accidentes viales, los embotellamientos, los problemas de contaminación. Por eso, dice, “el desafío, como siempre, es aprovechar las ventajas minimizando los riesgos”.