En OPINIÓN LIBRE |

Buche del gallinazo

Mi abuelo Nico estaba atareado en los quehaceres de la chacra, cuando avista el vuelo dificultoso de un anka y que llevaba entre sus garras una gallina que era para su almuerzo.

La historia se pasa en el distrito andino de Tantará, provincia de Castrovirreyna, departamento de Huancavelica.

 

Por: Esteban Saldaña Gutiérrez

Ingeniero Industrial


El abuelo Nicolas (papá Nico) pasaba sus días entre Tinyayocc (chacra con tinya) y Sojopuquio (puquio con canas), ambas propiedades tan distantes como opuestas. 

 

El primero literalmente queda en la punta del cerro y se extiende de zanjo a zanjo, desde Antas uaycco hasta Salaj huaycco y en sus recovecos y cuevas esconde secretos de nuestros antepasados, Chancas o Incas, gentiles lo llaman. El segundo, formado por andenerías muy productivas y donde se podía encontrar frutas silvestres exóticas, queda en la parte baja del pueblo, desde la “toma” de Pajchac y llega hasta el río grande.


Uno de esos días papá Nico estaba atareado en sus quehaceres en Sojopuquio, cuando avista el vuelo dificultoso de un águila (anka) que claramente venía desde los alrededores de Tinyayocc y llevaba entre sus garras una gallina. 

 

Sobrevolaba con fuertes aleteos, buscando un lugar donde posarse y disfrutar del banquete. Finalmente cruza el río en vuelo majestuoso y entre aleteos desciende en un claro del empinado y escarpado cerro del frente, perteneciente a la comunidad de Huamatambo.


Papá Nico decide hacerle la pelea al anka y quedarse con el “botín” emplumado. Vadeando cruza el río y con gran dificultad llega hasta los alrededores del ave de rapiña, que ya había empezado a dar de picotazos a su víctima. El anka no se amedrentó ante la proximidad del abuelo, desafiante emitía fuertes silbidos y graznidos, levantaba y mostraba las poderosas garras, invitando al duelo. El abuelo tampoco se arredró.

 

Mas pudo la pericia y la gallina pasó a poder de papá Nico. Llegó a la casa de la pampa florida con su hermoso ejemplar. Mamá Conce, sin preguntar y sin saber nada, preparó un delicioso estofado y un suculento caldo de gallina.

 

Al día siguiente muy temprano, en su casa de la pampa florida, papá Nico recibió la visita de la dueña de la gallina, que vivía por Tinyayocc. Tío, le dijo en quechua, del patio de mi casa un anka se ha “robado” mi gallina y “clarito” hemos divisado “que se ha ido por su chacra en Sojopuquio” y lo han visto venir a usted con una gallina, gallina no hay en Sojopuquio tío. 

 

Sorprendido y un tanto contrariado el abuelo, con ese innato humor que le caracterizaba, respondió: Esa gallina está ya en el buche del gallinazo. De cual gallinazo, vaya usted a saber. Desde entonces, en el clan familiar, frente a una pregunta un tanto comprometedora respondemos: está en el buche del gallinazo.


En esa espaciosa y acogedora casa de la pampa florida, un 22 de mayo de un año del cual ya no tengo el recuerdo, nació el primogénito de don Esteban Saldaña y Agripina Gutiérrez. Heredé el nombre y apodo de mi padre, así como su poncho y sombrero, que orgullosamente lo llevo.  

 

Gracias a todos por sus saludos.

 

El autor testigo presencial de lo acontecido certifica que todo lo contado es verídico.

 

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