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Currículo Vitae ético para una vida política saludable

Todo funcionario público debe proceder con honestidad, transparencia y valores responsables mostrando un Currículo Vitae ético.

Betty Ananculi, congresista por Fuerza Popular, tiene una demanda judicial por el presunto delito de falsificación de documentos y uso de documento público falso en agravio del Estado.

 

Por: David Auris Villegas - Escritor/Pedagogo


El escenario de la política peruana, está contaminada de corrupción, materializándose en las labores de mayoría de funcionarios públicos en todos los niveles, generando un enorme despilfarro al erario nacional, condenándonos a la pobreza y al subdesarrollo, convirtiendo en una pesadilla el logro del Objetivo de Desarrollo Sostenido al 2030 a iniciativa de las Naciones Unidas.


 

Ante esta pesada herencia colonial, es urgente la exigencia de un Currículo Vitae ético a aquellas personas quienes pretenden ejercer la política partidaria, para oxigenar y favorecer un sano y honesto escenario político que contribuya el desarrollo sostenido del Perú.

 


Esta exigencia surge a partir de la carta iberoamericano de gobierno abierto, donde recomienda que todo funcionario público debe proceder con honestidad, transparencia y valores responsables que beneficie a su sociedad, es así que, bajo este marco, pergeñamos un Currículo Vitae ético, centrado en el patrimonio moral de la persona, anclado en un conjunto de valores comprobados al alcance de un clic en el ciberespacio, comprendiendo las siguientes esferas más allá de lo meramente cotidiano.

La esfera académica ha de ser los más altos posibles en su región o localidad, demostrado y comprobado fehacientemente, acompañado de una sólida experiencia activa e innovadora, aportando al desarrollo del país.

La esfera ética, basado en el patrimonio moral y ésta, centrada en el empoderamiento de valores éticos y deontológicos puestos de manifiesto a lo largo de su historia personal y profesional.

La esfera personal, centrada en la construcción familiar como núcleo central, una historia de vida alejada de denuncias de cualquier índole que socave su personalidad.

La esfera social, centrada en la proyección social hacia su comunidad de manera sostenida, identificándose con las necesidades orgánicas de la comunidad, como una labor de sensibilización humana y planetaria.

La esfera judicial, muestra un pulcro antecedente policial, alejado de problemas judiciales y sin ninguna denuncia en curso o alguna prescripción por problemas de función pública o privada.

Ante esta interesante hipótesis explosiva, emergen interrogantes como: ¿Cuándo dejaremos ver la paja en el ojo del prójimo?: ¿Qué institución estará en la capacidad de evaluar el Currículo Vitae ético?, ¿Quiénes evaluarán?, ¿Serán idóneos los jurados?, ¿Es posible este escenario?, ¿Este sistema de filtro realmente modificará el rostro de la política nacional?

Pecando de pesimista, tal vez, de aplicarse esta evaluación, probablemente nuestro país empiece a importar políticos partidarios, si pretendemos que continúe la función del sistema democrático.

Ante esta arremetida podredumbre política contra los intereses del país, es necesario reflexionar a la luz de la razón y la neuroética, la profesionalización ética de la política partidaria, si pretendemos un país viable, desarrollado y sostenido en el tiempo, apelando al Currículo Vitae ético con el objetivo frenar la multiplicación de cleptócratas.
 

 

Fuente: http://revistacorrientes.com/corrupcion-resignacion-o-silencio-complice/ (04/11/2018)
 

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