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El destacado narrador chinchano lanza su libro de cuentos 'La Casa Apartada' - VIDEO

LITERATURA NACIONAL

En 6 historias interrumpe la tranquilidad de la vida rural para sorprender a personajes que transitan entre pampas, campiñas y calles adoquinadas, donde el humor surge como si fuera una naturalidad cotidiana al igual que ciertos delitos.

Antonio Gálvez Ronceros (Chincha 1932) está considerado por la crítica literaria y por numerosos lectores, como uno de los cuentistas más valiosos de la tradición literaria peruana. Su primer libro de cuentos, Los ermitaños (1962), es un breve conjunto de relatos que desde el punto de vista de la técnica literaria son de una maestría ejemplar y muestran un profundo conocimiento del lenguaje del campesino de la costa del Perú. Su libro, Monólogo desde las tinieblas (1975), se propuso captar lo peculiar del lenguaje de los personajes afruperuanos de Chincha, especialmente el humor que suele aparecer en el habla diaria.

En 1988, Gálvez Ronceros publicó otro breve conjunto de cuentos, Historias para reunir a los hombres. Se trata de relatos de extensión mínima de fuerte intención didáctica. Gálvez Ronceros, al igual que Eleodoro Vargas Vicuña, Luis Loayza o Julio Ramón Ribeyro, es un ejemplo de que el cuento como técnica y como realidad, tiene plena vigencia en el Perú de hoy


 

Considerado como el cuentista más notable de la Generación del 50 después de Julio Ramón Ribeyro, presentó hace unos dias su nuevo libro La casa apartada (Alfaguara 2016), en el que reúne seis historias sobre personajes que transitan entre el humor, la vida en el campo y ciertos delitos.

El escritor de 84 años, natural de Chincha Alta, refiere que estos cuentos parten de hechos biográficos y reportes policiales que llegaron a sus manos en los años 70 y 80. Además, nos adelanta que alista su primera novela.

¿Cómo nacen estos cuentos?

Estas historias están ubicadas en provincias, pertenecen a extramuros, algunos a la campiña. Tengo una enorme predilección por la vida de la campiña porque desde niño he estado en contacto con el campo que rodea la ciudad a la que pertenezco, Chincha Alta. Siempre me ha gustado escuchar el modo de hablar de la gente sencilla, campesina. Mi observación me ha conducido a ciertas conclusiones acerca del lenguaje: sus problemas de comunicación los resuelven de manera natural recurriendo a símiles, comparaciones y metáforas porque no son personajes ilustrados, instruidos.

Un cuento muy divertido es Un perro en la noche. ¿Cuál es la fuente de inspiración para el personaje del ladrón de gallinas? En ese cuento hay varias cosas que me han divertido a lo largo de mi vida. En la campiña, el ladrón no pasa más allá de ser un ladrón de aves de corral. Pero es curioso, hay un robo entre estos ladrones considerado como una cosa mayor: el robo de pavos (risas). Me ha hecho mucha gracia que haya una jerarquía entre ladrones de aves de corral. Incluso, he sido testigo de insultos de campesinos contra otros: ¡Ratero de pavos! ¡Ratero mayor! ¡Gran ladrón!

¿A qué exigencias se ha enfrentado en la escritura de estos seis cuentos?

Varias cosas vinculadas con el manejo del lenguaje, entre ellas conseguir el humor, así como la memoria y la edad. Cuando se trata de un cuento que debe ocasionar la diversión del lector o conmover o insuflar tristeza, también sufro. En Recuerdas, sobre el viejito y su perro mendicantes, se pone triste el cuento, pues habla de la soledad y la orfandad del ser humano.

Lleva escritos cuatro libros de cuentos. ¿Por qué se ha inclinado por ellos antes que por la novela?

Con el cuento puedo conocer con facilidad a dónde puedo ir, prever el final; me es más cómodo. El cuento es sintético; la novela, analítica. Las situaciones y características de los personajes tienen que narrarse de manera expansiva; en el cuento hay una actitud de síntesis. Tengo avanzada una novela.

¿Y en esa novela apostará otra vez por las historias de campo?

Se va a llamar Marleny. Yo publiqué en el grupo Narración en el año 71 un texto que se anunció como el primer capítulo de una novela, pero fue el único que escribí. Era un relato a base de las jergas de los adolescentes de la ciudad, pero quedó ahí. He pensado en utilizar como una especie de desagravio a un personaje que se imagina que se ha enamorado de la reina de un prostíbulo. El nombre de la mujer es Marleny, no me parece haberla visto en una obra narrativa, es el título de la novela.

¿Piensa en la novela como una consagración de su escritura?

No. Y ahí están los casos. Las novelas que ha escrito (Julio Ramón) Ribeyro no son gran cosa; en cambio sus cuentos sí. En versificación siempre se ha hablado de arte mayor y arte menor, pienso que eso no funciona. El arte mayor puede estar en una obra de pocas páginas y el arte menor puede ser una obra fabulosamente extensa.

¿Cómo observa las jóvenes voces narrativas en Perú?

Yo leo poco lo que hacen los jóvenes. Yo prefiero, si es que puedo hacerlo porque ya estoy avanzado en edad, que estos jóvenes maduren un poquito más en edad, porque muchas veces tratándose de la escritura de ficción, es la edad la que permite la madurez. No digo que siempre, pero muchas veces.

Fuente: Correo




 

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