WASHINGTON | Justin Trudeau y su comitiva llegaron a Washington con el cálido aplauso de los medios estadounidenses. Vanity Fair, Vogue, The New York Times Magazine, el Washington Post y otros lo han tratado con el arrobo de una celebridad internacional.
Esto es inusual —incluso sin precedentes—para un primer ministro de Canadá , el vecino al norte que los estadounidenses conocen como amigable, confiable, frío y aburrido. Sin embargo, ningún primer ministro se ha visto y ha sonado como este en una generación… sin duda no desde que su padre, Pierre Elliott Trudeau, dirigía el país. Andrew Cohen.
Lo que resulta interesante sobre Trudeau —quien ha sido llamado “el anti Trump”— es cómo él, sus políticas y su país se separan tan radicalmente de Estados Unidos. Esto ayuda a explicar la fascinación en Trudeau más allá de su apariencia (1,87 metros), su juventud (44), su esposa elegante y su linaje patricio.
De hecho, entre la demagogia y la vulgaridad de la contienda presidencial, Trudeau personifica algo del todo distinto: juventud, idealismo, calidez y esperanza.
No es accidental que su delegación a Washington incluya a dos ministras de alto nivel, lo que pone de manifiesto que la mitad de su gabinete está conformado por mujeres. Cuando se le preguntó en noviembre por qué insistía en la igualdad de género, él respondió “¡Porque estamos en el 2015!”
También lo acompañan el ministro de defensa nacional y el ministro de desarrollo económico (ambos son sij y utilizan turbante), además de su ministro de asuntos exteriores, un individuo de Quebec que habla francés. También hay muchos parlamentarios que son minorías visibles.
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