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Macondo no es como lo pintan

Cuando atendía, la red hospitalaria no tenía médicos, ni equipos, ni curas, ni gasa, ni alcohol, nada… los “médicos entendidos en flagelos asiáticos”, hacían lo que podían.

 

Por: Luis E. Forero Medina

Abogado/Especialista en Saluderecho
 


Era “una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas”, que después de más de medio siglo de desorden, todo se transformó en belleza en Macondo.
 
 

En Cartagena de Indias, cerca de Macondo,  aprovechando la visita de un Rey, varios presidentes de naciones y destacadas personalidades internacionales, un tales salió “con pantalón corto, corbata a la moda, sombrero encintado ”,  para echar esta historia:

“Un clavo saca otro clavo”
La red de salud de los macondianos en la época de su fundación, corría a cargo de médicos invisibles que practicaban “intervenciones telepáticas”, otros de carne y hueso, como el doctor Alirio Noguera, quien tenía como lema “un clavo saca otro clavo”, pero el tal médico “realmente era un farsante”. Don Apolinar Moscote, un homeópata que seguramente con palancas logró contratar con la red de salud, no era tan efectivo que digamos, .. un día Aureliano, cansado de su pésima atención, le gritó que no era “más que un matarife” .

Monopolio en salud
Cuando atendía, la red hospitalaria no tenía médicos, ni equipos, ni curas, ni gasa, ni alcohol, nada… los “médicos entendidos en flagelos asiáticos”, hacían lo que podían.

El único médico, laureado en Montepellier, procuraba aliviar a sus pacientes con “cataplasmas de mostaza y calcetines de lana” . Este médico era “ contrario por convicción filosófica a los progresos de su ciencia, a quien la Mama Grande había concedido la prebenda de que se impidiera en Macondo el establecimiento de otros médicos.”

Sin embargo adelantándose a su primitiva época, innovó con la aplicación de la telemedicina ateniendo “a sus pacientes sin visitarlos, por medio de suposiciones, correveidiles y recados.”

Memé
Después se incorporó un “extravagante médico francés”. Memé y todas las damas macondianas que acudían a consultarlo por diversas dolencias, eran unánimes en el sentir, que después de auscultadas anatómicamente por más de 2 horas, llegaba al mismo dictamen:“trastorno propio de mujer”.

“Domingos de playas”
Cuando se enfermaban los pobladores de Macondo, contaban con varias opciones: “Hospitales de pobres”, centros médicos móviles, y clínicas instaladas en carpas.

Los domingos y fiestas de guardar se suspendía el servicio, aún el de urgencias, para destinar las instalaciones de los hospitales a actividades recreativas de los familiares y relacionados de los ministros. Este fue el origen de los “domingos de playas”, día del Señor en que la clase política se dedicaba a divertirse hasta más no poder “en los hospitales desarmables y las tiendas de campaña de la cruz roja, “, y todo era felicidad. La plebe ni pensar en enfermarse esos días.

La Virgen de los Remedios
A los paisanos sólo les quedaba invocar el recurso divino, como lo hacían sus antepasados de la época no tan grata para recordar de “La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de.. ”, que acudían para sus dolencias a la Virgen de los Remedios.

Como peluqueando bobos
Cuando la época de las bananeras “los médicos de la compañía no examinaban a los enfermos, sino que los hacían pararse en fila india..y una enfermera les ponía en la lengua una píldora,..así tuvieran paludismo, blenorragia o estreñimiento”. Por las irregularidades, la red estuvo a punto de ser intervenida.

Enfermedades Raras
Aunque no se conociera que trabajaran especialistas en Enfermedades Raras y de Base Genética, sí proliferaban unas bastante raras, la gente resultaba con “sapos en la barriga”, ( antes habían tenido que tragárselos) , otros con “crestas de iguana que le crecían en las vertebras”; otros ….; a la primera dama, Bendición Alvarado, la mamá del general, en una de esas recaídas que le daban, después de investigar juiciosamente su patología, los entendidos dictaminaron que “su enfermedad no era la peste, ni la sarna, ni el pian,..sino algún maleficio de indios que solo podía ser curado por quien lo hubiera infundido.” Andaban buscando a ese indio por la ceca y la meca. Eran tantas las enfermedades raras , como ahora , más de cinco mil, que de ese drama años después se inspiraron los creadores del “Día de las enfermedades raras”, el 29 de febrero, que es un día muy raro. Realidad o fantasía, la gente pensaba que las tales enfermedades huérfanas eran familiares de las ultra huérfanas y olvidadas. Fuentes cercanas al general afirman que alguien pensaba en inventar aplicaciones apps para predecir esas enfermedades, tildándolo de loco “Entre tantas pendejadas el único que tiene la razón es mi compadre el ministro de salud ”, decía el general.

El acabose
En los tiempos de los antepasados de Macondo cuando  llegó la Compañía bananera, le dio una patada al único médico, laureado en Montepellier, “Los médicos de la compañía no se conformaron con privarlo de hecho de sus medios de vida, sino que en 1907, cuando ya no había en Macondo un paciente que se acordara de él y cuando él mismo había desistido esperarlo, alguno de los médicos de las bananeras sugirió a la alcaldía que exigiera a todos los profesionales el registro de sus títulos”

Pasada “la horrible noche”, algunos macondianos se preguntan si la paz no será un sueño del realismo mágico de Gabo.


N.B. Esta nota fue adaptada de 3 artículos publicados por el autor en el portal las2orillas.com en 2014, sobre la obra de Gabo.

@luforero4

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