En OPINIÓN LIBRE |

“Prostis” profesionales trabajan en la TV basura

Bajo el amparo del Colegio de Periodistas y demás autoridades pero eso es lo que más gusta a la telespectadores.

 

Por: Eucadio Gutiérrez Solano  Profesor/Periodista

 

Hemos llegado a extremos sumamente perjudiciales para la familia y escolares, donde increíblemente tienen carta libre en a TV basura, lo que se podría llamar los  “prostis” profesionales. Uno de estos días, por razones de salud este redactor se vio obligado de ver a un programa de la TV basura, donde se observó para asombro de personas de formación moral que, dicho medio de información televisiva cloacal, había sido copado por supuestas “prostitutas”, que tenían carta libre para decir sandeces entre ellos, como si el público televidente culto, tuviera interés de ver sus cochinadas, su vida sucia y perversa.

No sé a qué extremo ha llegado la televisión peruana que,  atenta sin tapujos contra la moral y las buenas costumbres. Se está causando un daño moral irreparable a los estudiantes y jóvenes, trastocando su conciencia social y estabilidad familiar. Para los “prostis” o putos de la TV basura, el ejemplo de inmoralidad que preconizan y difunden es normal. Para ellos tener sexo con cualquier sujeto no es pecado. Sacar hijo de un canalla, como de otro individuo, tampoco. Romper la estabilidad matrimonial, menos. Pareciera que el nido de amor o de placer o centro de pacto fuese los ambientes de la TV basura. Las verdaderas prostitutas trabajan en casa de cita, y no tienen quién les haga propaganda; en cambio los “prostis”  o putos de la TV basura tienen un medio de comunicación, donde los conductores y comentaristas, con mentalidad cloacal, festejan y difunden a grandes voces la corrupción que ellos viven.

Lo más triste es que el circo de mediocres y dormilones llamado Congreso Nacional sea cómplice de la morbosidad e inmoralidad que difunde la TV basura, compartiendo su responsabilidad con el Colegio de Periodistas del Perú, cuyo silencio dice mucho. Para ellos la moral está fuera de su competencia.

Es cuento viejo o chino decir que hay libertad de expresión y todos pueden difundir lo que quieren, y los televidentes elegir el programa que desean. Es una burrada bárbara. Los medios de comunicación masiva deben dar ejemplos de educación, cultural y moral, porque los niños y los jóvenes aprenden e imitan los desperdicios que emiten la televisión basura. Además en muchos medios informativos, sobre todo en provincias, cualquier delincuente compra un espacio radial o televisivo, y se convierte en periodistas.

Sin ir muy lejos nuestros abuelos y padres implantaron una educación, cuyo producto  aún quedan como ejemplos dignos para imitar todo lo positivo que nos dejaron. La generación reciente envenenados y dogmatizados con la globalización, deformaron su conciencia, aprendieron la lección cloacal, difundida por la TV basura foránea, entonces surge la generación de televidentes con posturas de los países corruptos, donde el sexo, el alcohol y la droga tienen carta libre, y las personas pueden tener hijo como animal, y la mujeres pueden echarse como gallinas en cualquier lugar, basta que haya dólares de por medio. Hasta las verdaderas prostitutas cuidan su moral, las sinvergüenzas de la televisión basura, sin un ápice de moral, de convierten en quita maridos.

Este es el producto de la estupidización que señalaba César Hildebranth. Nosotros agregamos, además la TV basura es mentor principal de la discriminación, desnacionalización y pérdida de identidad. Es la podredumbre cancerosa  que viene infestando a la población peruana. Ni siquiera la televisión estatal se salva.

De otro lado, por ahí se difunde un concurso de cantantes, qué lindo para un sector; pero para la mayoría de la población es el fomento de la extranjerización y la incursión a nivel nacional de la música foránea. Se trata de la estupidización colectiva. ¿Por qué no está allí el ritmo negro, la música andina, el género criollo, entre otros?

Ayer, nuestros antepasados aplaudieron la llegada de los “wiracochas” (los españoles), ahora generación presente, llamemos la juventud, se ha convertido en esclavo de música foránea. Que tal, desgracia nuestra.



 
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