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Desinformación

Quiero tomar como ejemplo (entre muchos otros) la percepción del bienestar que ocasionan, o no, las empresas mineras.

La minería formal es una de las más importantes palancas para el desarrollo del Perú. Pero mientras más de la mitad de la población crea lo contrario, será difícil usarla.
La minería formal es una de las más importantes palancas para el desarrollo del Perú. Pero mientras más de la mitad de la población crea lo contrario, será difícil usarla.

 

Por:  Miguel Palomino, presidente del IPE

 

Tratando de mantenerme a flote entre toda la desinformación que invade nuestra realidad, no deja de extrañarme la parte de esta que ni siquiera es ligeramente creíble, pero sigue existiendo.

 

Es decir, lo que es palpablemente falso y no resiste, no digo ya el menor análisis, sino el mínimo contraste con la realidad. Por supuesto que siempre habrá quienes crean cosas increíbles, propias de sectas fanáticas o grupos similares (y están en su derecho), pero cuesta entender que una importante fracción de la población pueda creer en desinformaciones extremas.

 

Hay quienes explican que esto se inicia con una narrativa atractiva que no es falsa (por ejemplo, “yo no soy el culpable de lo que me está pasando”) y después, poco a poco, van tejiendo como parte de la narrativa “hechos” que tomados uno a uno conducen “lógicamente” a una conclusión equivocada (por ejemplo, “el Perú no progresa porque a los yanquis no les conviene”). Quizás así funcionen estas narrativas, pero hoy quiero referirme a otro tipo.

 

Hablo de aquellas narrativas que se van volviendo realidad a punta de repetición, aunque no resistan la prueba de la realidad. Existen porque se han vuelto tan comunes que forman parte de la discusión pública y nadie las cuestiona. Nadie pensaría que es fácil cuestionar un hecho que una parte importante de la población asume como verdad, pero a veces hay que hacerlo.

 

Quiero tomar como ejemplo (entre muchos otros) la percepción del bienestar que ocasionan, o no, las empresas mineras. En una reciente encuesta representativa a nivel nacional se preguntó cuál de las siguientes dos opciones mejor representaba la opinión de los encuestados: a) Las empresas mineras se llevan la riqueza de las regiones donde trabajan y no dejan nada a cambio, o b) Las empresas mineras traen desarrollo a las regiones del Perú donde trabajan.

 

 

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Antes de examinar los resultados veamos si las opciones son correctas y no como otras encuestadoras que sesgan losresultados con la forma en que se pregunta. Aquí, ambas opciones son claras y no pretenden guiar las respuestas. La primera opción de que las mineras “se llevan la riqueza y no dejan nada” es la claramente opuesta a la segunda opción en que estas “traen desarrollo a la región”, no el mejor de los desarrollos, sino simplemente desarrollo.

 

Cualquier persona que piense seriamente en las dos opciones tendría que decir, por lo menos, que las mineras traen algo de desarrollo: dan empleos mucho mejor remunerados, parte de los cuales son locales y contratan también con empresas de la zona, pagan muchos impuestos y la mitad va a las provincias de la región, aseguran el suministro de servicios básicos de salud, educación, electricidad y agua por lo menos para parte de la población de la zona, crean o mejoran caminos, etc.

 

En otras palabras, se podría debatir qué más podrían hacer por la zona, pero es clarísimo que algo de desarrollo traen (y la conflictividad social es síntoma de esta negociación). En Apurímac, por ejemplo, desde que comenzó a operar Las Bambas hasta el 2021, los salarios reales acumularon un aumento de 24% versus el promedio nacional.

 

Sin embargo, el 54% de los encuestados optaron por la primera opción. Solo 36% optó por la segunda alternativa. En el ámbito rural (y sin olvidar que el 80% del Perú vive en zonas urbanas) el 69% eligió la primera opción y solo 20% por la segunda. Igualmente, grave es que el 61% de jóvenes menores de 25 años escogió la primera opción.

 

La minería formal es una de las más importantes palancas para el desarrollo del Perú. Pero mientras más de la mitad de la población crea lo contrario, será difícil usarla. Esta es solo una de las grandes mentiras que se le ha hecho creer a la población y hasta que aprenda a rechazarlas y entender la realidad, seguirá siendo víctima de la desinformación.

 

NB: Los artículos publicados en esta Sección Opinión Libre son de entera responsabilidad de su autor. El contenido no refleja necesariamente la opinión de Huachos.com

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