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'El Muqui de Santa Bárbara'. Un cuento publicado por Marino Ayuque

Este personaje sostenía en la mano, una pequeña lámpara de carburo, tenía en la cabeza dos pequeños cuernos relucientes y hablaba con voz suave.

EL Muqui
 

Por: Marino Ayuque


En las cercanías de un pueblito casi abandonado llamado Santa Bárbara  a escasos kilómetros de la ciudad de Huancavelica se encuentra la “Mina de la Muerte”, llamado asi, porque alli murieron miles de miles de pobladores, pues sabido era que los jóvenes indios cuando entraban a trabajar, no salían nunca

Cuenta la historia que los españoles llegaron a esta localidad de Huancavelica, al descubrir un enorme yacimiento de Azoque, el cual era muy valioso, porque gracias a el, se podían separar el oro y la plata de otros minerales extraídos en otras minas. Llevando desde aquí incluso a Bolivia donde estaba la mina de Potosí..

Al llegar la República, esta mina siguió funcionando, pero con poca menor actividad, hasta que se llego a cerrar por completo.

Algunos mineros y pobladores de la zona, contaban que habian visto en el interior de la “mina de la muerte”, un hombrecito pequeño que lo llamaban MUQUI, que sostenía en la mano, una pequeña lámpara de carburo, abrigado con un poncho hecho de lana de vicuña, tenía en la cabeza dos pequeños cuernos relucientes y hablaba con voz suave, según algunos mineros que lo vieron y algunas veces lograron hablar, el Muqui era el más celoso guardián de la mina.

Cuando los lugareños entraban a trabajar, tenían que dejarle Coca, Cigarro Inca y su botella de traguito, porque sino, él Muqui no los dejaba trabajar o producía derrumbes dentro de la mina.
 

En cierta época, también vivía cerca a la mina, en Saccsamarca, un hombre llamado Santiago, con sus cinco hijos, el mayor tenia 10 años, Santiago trabajaba en la mina, y nunca había visto al MUQUI y como no lo había visto, el decía que no creía que existía y algunas veces se burlaba de lo que contaban sus amigos mineros.

Un día, al entrar solo a trabajar, vio por el fondo del socavón la sombra de un pequeño que corría, al percatarse, Santiago lo siguió, corrió pensando que ese niño estaba perdido, hasta que se dio cuenta que había entrado demasiado dentro de la mina, lugar donde los trabajadores nunca habían entrado por el temor de los derrumbes. Es allí donde el Muqui se le presenta y le dice.

- Ahhhhh dices que yo no existo, entonces por no creer en mí, tú nunca podrás salir de esta Mina.

Santiago, asustado y lloroso le ruega al hombrecito que lo deje salir, pero él le dice que sin su ayuda nunca podrá encontrar el camino de vuelta. El Muqui, le pregunta, ¿que es lo que tienes para que puedas darme? a lo que Santiago le responde: nada Muqui no tengo nada, soy muy pobre y solo quiero salir porque me esperan mis hijos, y ellos deben estar con mucha hambre, a lo que el MUQUI le contesta, quien como tu que alguien te espera, en cambio yo, vivo solo por una eternidad en las profundidades de esta mina, cuidando el tesoro que nunca descubrieron los Españoles.

- Yo te veo sincero y bueno, ve con tu familia y llévate esta piedra como recuerdo de nuestro encuentro, le dice el Muqui a Santiago y este sale apresurafo.

Al salir del socavón, Santiago corrió donde se encontraban sus hijos a contarles lo sucedido, al llegar a casa sacó de su bolso la piedra que le había regalado, cual fue su sorpresa que era Oro puro.

Enterados de la noticia los lugareños, entraron con todos los instrumentos para buscar la veta del Oro, la cual hasta la fecha nunca se encontró.

Desde esa fecha Santiago y sus hijos siempre que pasan por la boca Mina del socavón, dejan Coca, Cigarro Inca y una botellita de Trago... para el Muqui.
 
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