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Un viernes al atardecer, el adolescente se marchó a la guerra, sin hacer caso a la oposición de sus padres.
Unos días después, llegó una carta, notificando que el joven había muerto en combate. Sus padres experimentaron una profunda tristeza y lloraban a diario.
Inesperadamente, un domingo al amanecer, apareció en la entrada de la casa. Sus padres se estremecieron al verlo y volvieron a estar alegres. El joven pasaba los días felices jugando en el bosque, al igual que cuando era niño.
Pero, cierta tarde de verano, el joven no regresó a casa. Los días transcurrieron y nunca más volvieron a verlo.
Durante su búsqueda en el pueblo, los padres se enteraron de la existencia de un fantasma que adopta la forma humana de los fallecidos. Este extraño ser costumbra a acompañar a los deudos y, sin que estos se enteren, consume sus alientos dejándolos con poca vida. Luego de cumplir su rara misión, se marcha a consolar otras familias en desgracia.
@davidauris |
© David Auris Villegas. Escritor, columnista, profesor universitario y creador del ABDIV
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