En OPINIÓN LIBRE |

Literatura yanina, relegada en el tiempo: "La inocencia de una niña"

SAN JUAN DE YANAC - PROVINCIA DE CHINCHA.

En el pueblo había una niña huérfana que se llamaba Clara, su madre había fallecido al dar a luz, un sangrado grave, se lo llevaría para siempre. Su padre se volvió loco de tristeza y huyó.

 

 

 
  David Vilcapuma
- Profesor/Escritor


 


En tiempos pasados había una niña huérfana que se llamaba Clara, su madre Clementina, había fallecido al dar a luz, un sangrado grave, se lo llevaría para siempre; su padre un hombre bueno y muy humilde, quien no pudo soportar el dolor, se volvió loco y desapareció del lugar.

La hija fue acogida y criada por una tía llamada Lauriana, quien era solterona y muy humana. Años más tarde cuando Clara iba a la escuela, siempre retornaba a casa muy triste y casi entre llanto, una noche le preguntó a su tía, si ella era su verdadera mamá?, la tía sorprendida se quedó en silencio.

Después de un largo rato de meditación le decía a clara, nunca quise tener una familia, ni casarme, tampoco estuvo en mis planes tener hijos; porque para mí el mundo era un sitio cruel, a veces nos equivocamos y decimos las cosas mal, dejando a nuestros hijos confusos, esa quizá fue mi defecto, no decir la verdad.

Pero cuéntame porque dices eso clarita.

-Clara, Porque en el colegio me dicen que yo no tengo mamá y me molestan mucho.

La tía Laureana, sorprendida solo atinó a decirle que su madre ya estaba descansando en paz y es un tema del pasado.

– Clara ¿entonces es verdad lo que dicen ellos?

– La tía, con voz firme dije que es un tema pasado y en parte quizá tiene razón, tu madre se murió apenas naciste, tu padre también tuvo un problema de salud muy serio y nunca supimos nada de él.
– Claro se agachó y lloró intensamente, mientras abandonaba el lugar con dirección al rebaño.

Sus compañeras de clase se reían de ella, burlándose, le decían que no tenía mamá, que era huérfana y era pobre, que nadie la quería, una tarde no pudo soportar más y se derrumbó, no quería ir más al colegio.


 
Cada vez que el sacristán venia al pueblo, Clara se acercaba a la Capilla, y desde la puerta miraba con sus ojos maravillados, a todos los santos que había en el interior del oratorio.


Cuando venía el cura Girón, para las fiestas costumbristas, había misa allí la niña temerosa, se acercaba donde el cura, queriendo preguntar si había conocido a su madre.

El cura sospechaba que algo se traía esta niña, la llamo y conversó con ella y varias niñas más, dándole un trato muy amable, las consoló a todas, bendiciéndolas.

Aconsejándole no olvidarse de Diosito. Él siempre nos estará protegiendo, en todo momento de nuestras vidas, decía el cura.

Desde ese día Clara, siempre iba a la Capilla a rezar por su madre, en su silencio decía. Diosito lindo porqué te la llevaste al cielo a mi madrecita, ahora no tengo quien me consuele, tampoco hay quien  me defienda.            .

Cuando estaba en la escuela, algunas veces se escapaba a la hora del recreo,  lo hacía por un hueco que había en la pared del patio, salía corriendo con dirección a la Capilla, que estaba muy cerca a la escuela, allí oraba largo rato y se retiraba, ante la mirada de asombre de sus compañeros.     

En otro momento estando en el patio, miraba con atención, cómo las nubes lentamente cubrían los cerros, pareciera que rosaban con el cielo. Clara se imaginaba ingenuamente obtener una escalera muy grande, para apoyarse en la nube y poder alcanzar el cielo en busca de su madrecita.

Días después a manera de broma, le pidió a su compañero de clase, que lo ayude a armar una escalera grande, para subir al cielo y echarse a buscar a su madrecita. El amigo se echó a reír a carcajadas, jajajajajaja diciendo. ¿Qué ingenua eres Clarita?, es imposible subir al cielo con escaleras.

 

Tu madrecita ya se murió hace mucho tiempo,  está muerta ya no podrás verla nunca más, solo nos queda orar por su eterno descanso.


En ese instante Clara rompe en llanto y llora intensamente, la niña sufre por la ausencia de su madre, antes de ir a dormir rezaba en silencio todas las noches. Una  de esas noches había soñado que su madre estaba viva, en cuanto la vio corrió hacia ella y la abrazó, con desesperación diciendo mamita, mamita te quiero mucho, cuanta falta me hacías, ahora que estas aquí no nos separaremos para nada; las lágrimas caían por sus mejillas.

Entonces despertó exaltado, botó la poñuna y abrió los ojos, levantándose de un salto,  encontrándose que aún era de madrugada y estando oscuras aún, miraba de un lugar a otro diciendo y ahora dónde está mi mamá, dónde, dónde, en eso se dio cuenta que no había nada y que su sueño se había esfumado.

Chincha, enero del 2019.
RELACIONADAS

SUSCRÍBASE AL BOLETÍN DE HUACHOS.COM

Recibe las últimas noticias del día

Su Nombre Completo
Correo Electrónico


TE PUEDE INTERESAR
Escribe tu comentario