En OPINIÓN LIBRE |

Navidad en Tantará en las épocas de antaño

DISTRITO DE TANTARÁ - PROVINCIA DE CASTROVIRREYNA, HUANCAVELICA.

Que días tan alejados, donde en verdad se adoraba al niño Dios y no como ahora en donde el homenajeado no es el niño Dios, sino el "becerro de oro" con comportamientos de consumo desenfrenado y bulimico.

Distrito de Tantará, provincia de Castrovirreyna, departamento de Huancavelica.

 

Por: Esteban Saldaña Gutiérrez

Ingeniero Industrial

 

PUBLICADO EN EL 2016 | No esperábamos la navidad, llegaba y se iba. No sentíamos alegría ni  nostalgia.  No esperábamos regalo, porque no sabíamos de esos  detalles.  Los únicos  juguetes nos traía  nuestro tío Heraclio Tovar, cada vez que visitaba Tantarà.

En ocasiones traía trompos, en otras “bolinches”, indistintamente, en cualquier época del año. Cuando no teníamos juguetes improvisábamos carritos con latas en desuso de portola. En lugar de canicas se jugaba con huayruros. En lugar de trompos  se jugaba con semillas grandes de eucalipto.  En ocasiones, pastando las vacas, hacíamos pequeñas carreteras en nuestras chacras y buscábamos piedras planas, regordetas, a modo de carro.

Nos enterábamos de la Navidad porque mi madre nos  ponía ropa limpia, nos  peinaba con esmero y  decía jaqu jailliman (vamos al jailli).  El grupo del jailli lo  forma  un arpista, un violinista,  mujeres con su azucenas   y hombres con sonaja de alambre o madera.

 

 

 

 

 

               
Nadie sabía que existía un papa Noel y que se debía comprar regalos y juguetes.  Para nosotros la navidad era adoración al niño Dios Jesús, a través del jaille. Asì de natural, así de puro.
 
              
 
 
 
 
El  jailli es una expresión cultural, musical, que solo es reservada para la adoración del niño Dios en Navidad y en  Bajada de Reyes.  Los grupos  de jailli venían de los diferentes anexos, Pumas, Alljas, Llanca, Buenos Aires, Ccollota, Santa Rosa. Del pueblo pastores de  tía Griselda, cuya misteriosa casa con pinturas de tigres y gente africana se llenaba ese día. Niño de   tío Fortunato Cuba, que para llegar a su casa se pasaba por un largo pasadizo bordeado de pirca. Niño del  tío Oscar Tovar, en representación de los pampinos.

En gran caravana musical  ingresaban a la plaza de armas y luego al atrio de la Iglesia. Se iniciaba así  la gran adoración al Niño Dios. Cada grupo competían entre sí (atipanacuy). Los músicos con sus tonadas de arpa y violín, las bailarinas con sus azucenas y  su zapateo menudito, menudito; los pastores con  sus ocurrencias ….. tene mela …. tene mela ….. jajajaijajaijai ….. chamis y ponche a discreción. Terminaban  suday, suday, taita. Luego  se continuaba con el champa huantoy. La adoración continuaba el día 25 y la despedida era ese mismo día, igual, con  música y  mucha algarabía.  

Nosotros ya el 26 volvíamos a nuestra realidad, a cuidar el maíz,  con nuestra huaraca u honda,  de la voracidad de los negros chihuillos y los bulliciosos  loros, pastar las vacas, servir de guía a los toros en las siembras o  ayudar en las “fainas” o labores agrícolas.

Que días tan alejados, donde en verdad se adoraba al niño Dios y no como ahora en donde el homenajeado  no es el niño Dios, sino  figuras extranjeras y extranjerizantes, alienantes,  como papa Noel, que nada tiene que ver  con el nacimiento de Jesús, ni con la fe, pero si mucho con el  consumismo y su tanda de juguetes tóxicos. Fiesta para las casas comerciales y los políticos andinos que aprovechan la moda de regalar (pacotillas y banalidades) no por solidaridad sino para comprar conciencias y votos de los padres.
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