En OPINIÓN LIBRE |

Un relato testimonial: El Yawar Shogo

Desde las lluviosas cumbres del distrito de San Juan de Yánac (Chincha), les presentamos una leyenda popular.

Foto de referencia.

 

David Vilcapuma Gutiérrez

Licenciado en Educación

 

 

En las laderas del cerro Puyuchocanan, hay una lomada llamada Calzón Pazcachina, es un peculiar paisaje de colinas y abundantes pastizales de nombre Yawar Shogo, también la llamaban “Chupa Sangre”, era una hierba de color verde cuyas flores amarillas cobijaba su dulce y deleitoso néctar, que se guarecía en los bordes del cáliz de la flor, de color rojizo parecía a la sangre, en tiempos de lluvia rebrotaban en abundancia, siendo un forzoso forraje para las cabras.

 

Los jóvenes pastores muy risueños, que pastoreaban las cuantiosas chivas por esos esplendidos cerros, unas veces se disputaban las flores con las chuscas cabras, en su afán de chuparse el dulce néctar de la bella Yawar Shogo, terminando casi siempre como la boca del sangriento vampiro Drácula.

 

Los lugareños cuentan que un día una pastora, que solía pastas sus cabras por  esa loma, fue con su rebaño de chivas, llegando hasta la lomada de Calzón Pazcachina, un lugar  pedregoso y húmedo, donde crecía cantidad de hierbas de Yawar Shogo.

 

Las primorosas flores de dicho pastizal, llamó su atención a la pastora, acercándose tímidamente a ella, mientras su mirada se fijó  entre los tallos de la hierba, donde una culebra de gran tamaño estaba allí, era de color gris, brilloso, cenizoso con manchas negras y escamosas, estuvo media enroscada en el tallo de la hierba mientras que su cabeza estaba en la base de los pétalos, chupándose la dulce miel de la flor, de Calzón Pazcachina.

 

En ese instante un intenso escalofrío se apoderó del cuerpo de la pastora, el corazón se le aceleraba con rareza, los pelos de la pastora se le erizaban, un gran susto la aterrorizaba, mientras se retiraba corriendo con desesperación, por toda la lomada hasta llegar a Calzón Pazcachina.

 

La inocente pastora desesperada corría cuesta arriba, incansablemente, creyendo que el feroz reptil la seguía para morderla.

 

Al llegar a Calzón Pazcachina, alcanzó a sus cabras que ya estaban en el daño, las reunió a pedradas, en el recodo del agreste camino de escalón, desde allí las hizo retornar, espantándolas y corriendo hasta la estancia de Chunapata, dicen que después se enfermó de tristeza y murió solitaria como muchos se fueron a una mejor vida.

 

Chincha, enero de 2020

 

 

Este es el bello paisaje de las lomas del cerro Puyo Chocanan, donde sucedió este singular episodio. Aparece también la pastora, hoy una bella dama que representa este testimonio.

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