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“La cabra y la mamamama”, una pintoresca leyenda de mi pueblo

Los lugareños decían que ella, antes de preocuparse en su fecundidad, se preocupaba más de sus cabras, su suerte estaba destinada a la crianza de caprinos.

Desde mi linda tierra de Chilcaní, anexo de San Luis de Huañupiza, distrito de San Juan de Yánac. ¡Buen provecho amigos! .
Desde mi linda tierra de Chilcaní, anexo de San Luis de Huañupiza, distrito de San Juan de Yánac. ¡Buen provecho amigos! .

 

 

 
  David Vilcapuma
- Profesor/Escritor


 


Hace muchos años atrás, por las lomas de esta santa tierra, vivía doña Antonia Gómez, una mujer de condición modesta, de corazón bueno, valiente y luchadora, había heredado este hermoso paraje llamado Aguagasha, donde se ocuparía a la  crianza de caprinos.

Los lugareños decían que ella, antes de preocuparse en su fecundidad, se preocupaba más por la crianza de caprinos, su suerte estaba destinada a la ganadería, dedicándose con esmero a la crianza de las cabras.  

Salía al campo todos los días por las mañanas, llevando sus cabras a pastar por las lomas, caminando junto a los chivos entre las espinas y los pastizales del caserío de Aguagasha.

Las cabras siempre se alejaban del lugar; buscando los pastos más frescas,  por las peñas o a veces subían hasta las cumbres de los cerros, corriendo los riesgos de ser atacados por los zorros.

Un día cuando la cerrazón oscureció el paisaje, Antonia sin temor llevó a sus chivos a pastar por las lomas, más tarde cuentan los lugareños que se sentó en la lomada al borde del camino, que va  a Chivatohuasi, quedándose dormida unos minutos en ese lugar.

Pronto ante las espantadas cabras que se amontonaron sobre ella, despertándola a pavorida, levantándose  a penas de entre las patas de las cabras, cuando el zorro ya lo había arrebatado un ejemplar del cabrito de su rebaño.

La mamá cabra lloraba tanto por su crio, que partió embalada hacia el rio, por donde el zorro se había llevado su presa.

Antonia, orientó a sus perros pastores para seguir con el rastro al carnicero, logrando alcanzarlo en Shuyupuquio;  al rodar la piedra para asustar al zorro; esta le cayó en la pata a la cabra, que iba por su crio, fracturándose por completo no pudiendo movilizarse.

El zorro fue cercado entre las rocas por los perros, lanzándose al abismo cayendo al rio, allí los perros lo agarraron del cogote y no lo soltó hasta matarlo.

Por la tarde ya cuando llegó al corral, Antonia se percató que faltaba el cabrito, en ese momento fue corriendo a buscarlo, el animal lentamente llegaba a casa con la pata rota. Luego Antonia, fue al rio en busca de la planta de nombre mamamama,  una planta muy bueno para la curación de la fractura de hueso, la población sabe que es un gran regenerador de tejidos.

Antonia, trajo varias papas de la mamamama, preparando una pasta machacado de las raíces de la planta y aplicándole alrededor de la fractura.

Una vez seca funcionaba como los vendajes enyesados, sobre ellas las colocaban unas láminas de carrizo y lo sujetaba con las soguillas del maguey.

Durante la semana la fractura de la pata del valeroso cabrito, se había soldado, curándolo por completo con la milagrosa mamamama.

Chincha, Marzo del 2019.

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