El estuche de un niño, herramienta analógica opuesto a la herramiento digital.
 

Los que viven en la trinchera educativa coinciden con el informe de la OCDE: las nuevas tecnologías no mejoran los resultados académicos.

En el colegio público Pi y Margall, ubicado en la plaza madrileña del Dos de Mayo, algunos alumnos están investigando los cuentos tradicionales de Hans Christian Andersen. Primero van a la biblioteca y buscan información en libros y enciclopedias. Después se sientan frente el ordenador y consultan la Wikipedia.

«Es más atractivo para ellos estar con el ordenador, pero esto no quiere decir que, cuando les ponemos las enciclopedias tradicionales no las usen. Les resulta más lento el papel que Google, eso sí». Habla Mamen Prieto, la directora del centro, que considera que las nuevas tecnologías «mejoran a los alumnos desde el punto de vista de la estimulación y la motivación» porque «les enganchan más y les resultan más atractivos» que los soportes tradicionales.

Pero, advierte, «es muy importante aprender a pensar y a seleccionar».

«Nosotros crecimos sin tecnología y hemos aprendido las cosas, quizá menos estimulados, pero las hemos aprendido».

EL MUNDO consulta a los que trabajan en las trincheras de la educación qué les parece el informe de la OCDE que advierte que los ordenadores no mejoran los resultados académicos de los alumnos. Los expertos están de acuerdo con el diagnóstico de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y admiten que las nuevas tecnologías no son la panacea. Hay que usarlas con cuidado, con sentido común y, desde luego, no sustituyen a un buen profesor.

'Una herramienta más'

Prieto explica que en su colegio todas las aulas tienen pizarras digitales interactivas, pero insiste en que los docentes las usan «como una herramienta más». «No como la única herramienta».

En el uso, y no en el abuso, está la clave del asunto.

José Saturnino Martínez García, profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna y experto en educación, advierte de que «crecer entre ordenadores no nos hace más capaces de resolver problemas, sólo nos hace más capaces de resolver los propios problemas que nos plantean las tecnologías de la información y la comunicación».

«Las TIC dan gran acceso a la información, pero el aprendizaje significativo no es la acumulación de información, sino el nivel de dedicación, concentración y esfuerzo que se ponga en ello», advierte.

En este sentido, «el trabajo del profesorado es guiar y estructurar en esta información, pero en eso es básicamente lo mismo que hacía con el libro».

El esfuerzo personal es lo más importante

«Si uno tiene en cuenta del aprendizaje qué parte se debe al esfuerzo personal y qué parte se debe a la tecnología con la que se estudia, en seguida se da cuenta de que pesa mucho más el esfuerzo personal», reflexiona.

Y pone un ejemplo: las academias de idiomas. Con todo lo que ha avanzado la tecnología en los últimos años en el aprendizaje, ¿cómo es que ahora no estamos todos hablando inglés como si fuéramos nativos?

«La tecnología ayuda, pero no tanto como nos gustaría», subraya.

Hacer un uso adecuado

Luis Rey, director del colegio San Francisco de Paula de Sevilla, está de acuerdo. Y eso que en este centro son completamente defensores de las pantallas.

A los alumnos, de hecho, se les permite usar los smartphones en mitad de la clase como parte del trabajo. Con ellos hacen fotos, grabaciones, buscan en internet... Desde los seis años, todos los alumnos llevan un ordenador portátil.

«Pero no es dejarse dominar por el dispositivo, sino hacer un uso adecuado. De forma paralela, tenemos una biblioteca de 5.000 volúmenes en papel», apunta.

Este director considera, asimismo, que tenemos que preparar a los alumnos para una «nueva forma de conocimiento», porque ya no vale solo aprender de memoria. Y esa nueva forma de conocimiento necesita de unos nuevos soportes. Siempre con moderación.


Fuente: El Mundo