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Testimonio del traslado de los restos de J. M. Arguedas a Andahuaylas

"...y ella me responde que tampoco era el momento, que solo después de que triunfara la revolución" quedamos desolados, sobre todo porque la tumba estaba abandonada.

Andahuaylas, 4 de julio del 2,004. Todos cargaron el cajón, incluso las mujeres que vistieron sus prendas típicas para dejar las ofrendas. Los músicos Jaime Guardia y Máximo Damián estuvieron ahí junto a su maestro, llorando, despidiéndolo.
Andahuaylas, 4 de julio del 2,004. Todos cargaron el cajón, incluso las mujeres que vistieron sus prendas típicas para dejar las ofrendas. Los músicos Jaime Guardia y Máximo Damián estuvieron ahí junto a su maestro, llorando, despidiéndolo.
 
 
Hace 45 años, el 2 de diciembre de 1969, el novelista peruano José María Arguedas Altamirano decidió quitarse la vida por mano propia. No lo hizo por egoísmo o desprecio a los demás, sino por un dolor en el alma, en el espíritu y la conciencia. Su confrontación con ese Perú de constantes cambios sociales y económicos, de mezclas culturales a fines de la década de 1960 fue demasiado. Guardó en lo más profundo de su ser a ese niño sufriente y angustiado que sus biógrafos reseñaron. Lo recordamos hoy como el héroe cultural que nos legó su arte de imágenes y palabras, de esperanza y belleza en su mundo imaginario. Ese fue el escritor de “Los ríos profundos”, “Todas las sangres” y “El zorro de arriba y el zorro de abajo”.

Nació en Anadahuaylas, 18 de enero de 1911  y murió en Lima.
 
Regresando al pueblo donde nació.
 



Tumba de Arguedas en su tierra por la eternidad.

 

 
 
 
 
 
 
 
 
Sybilla Arredondo, chilena, esposa de J. M. Arguedas.
 


El último viaje del amauta
Testimonio de Marcial Gutiérrez, quien trasladó restos de Arguedas a Andahuaylas

 
Por Cecilia Podestá - Diario 16

 
En un último recurso, Sybilla pidió -por medio de su hija Carolina Teillier- que el cuerpo de su ex esposo sea devuelto a Lima tras los homenajes locales. Si no lo hacían así, amenazaba con iniciar acciones legales en contra de los “profanadores”.

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Marcial Gutiérrez es un hombre mayor, camina lento y se acomoda un pequeño sombrero de paja dentro del Club Departamental de Apurímac en la avenida Brasil donde me recibe dispuesto a responder preguntas y a volver sobre la caravana que dirigió entre ofrendas, violines y mucha prisa. “De todo me acusaron”, es lo primero que comenta cuando empiezo a preguntar. ¿Pero cómo se inicia este último cuerpo? En 1999 durante un encuentro de artistas andahuaylinos y celebrando los 30 años de la muerte de Arguedas en el Museo de la Nación, los asistentes se plantean el traslado de los restos del Amauta.

“Es un deseo que él compartió con su hermana Nelly. Es él quien le pidió a ella descansar ahí. Eran muy íntimos a pesar de haberse conocido ya de adultos. En las cartas que escribe Arguedas al alcalde Carlos Flores en los años 65’ y 67’, queda expreso su amor por su ciudad de nacimiento pues, por Andahuaylas”.

Durante algunos años, cada 19 de enero, fecha de nacimiento del escritor, Marcial, una comitiva de amigos y familiares asistieron al cementerio El Ángel para rendir un homenaje de aniversario. “Íbamos para recordar a nuestro escritor con los danzantes de tijeras, con música, arreglos florares… y cantábamos las canciones que al él le gustaban”, recuerda Marcial mostrándome una foto en la que el músico Máximo Damián toca el violín sobre la tumba del escritor. “Hasta el año 2004 lo hicimos con sus familiares presentes y especialmente Nelly su hermana quien nunca dejó de pedirnos que traslademos”.


La primera vez que lo enterraron después de su suicidio en 1969, su cuerpo descansó en un nicho hasta que su hermana junto a la cantante Alicia Maguiña reunieron fondos a través de conciertos para exhumarlo por primera vez. Compraron después un terreno en el mismo cementerio El Ángel y lo trasladaron a la tumba sobre suelo a la que iba Marcial Gutiérrez en romería.

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Sybilla Arredondo, viuda del escritor, cumplía aun condena por terrorismo en la cárcel de Chorrillos. Solo ella podía autorizar el traslado de los restos. Su primera respuesta fue positiva, pero pidió tiempo. “Entonces nos enteramos que ella salió de la cárcel y se fue de frente a Chile. La llamé por teléfono, le pedí de nuevo la autorización y ella me responde que tampoco era el momento, que solo después de que triunfara la revolución… ya sabemos pues que ella tenía su pensamiento Gonzalo. Quedamos desolados, sobre todo porque la tumba estaba abandonada”.


Marcial Gutiérrez a pesar de todo decide consultar a asesores legales. La Beneficencia de Lima responde y define que al no estar Sybilla Arredondo en el Perú no podría intervenir. Nelly Arguedas fue más tajante. Ella tomó ese derecho además porque había exhumado antes el cuerpo de su hermano y a pesar de Sybilla. El trámite duró casi tres años mientras que en Andahuaylas se construía un mausoleo. Finalmente lo que facilita la autorización en el 2004 es que Arguedas no estaba considerado patrimonio cultural del Perú.

La Beneficencia hizo la exhumación el 25 de junio del 2004, muy cerca de donde se exhumaban también y en el mismo cementerio, los restos del historiador Jorge Basadre que partiría a Tacna junto a su viuda.

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Lo que seguía era el gran retorno. La comparsa fúnebre de Arguedas pasearía por las universidades San Marcos y la Agraria de la Molina, también por el Congreso. Después de salir de Lima pasaría por Ica, Lucanas, Puquio, Abancay y finalmente Andahuaylas. Pero en medio de los preparativos llegó la carta notarial de Sybilla Arredondo, quien al no poder regresar al país nombra como su representante legal a su hija Carolina Teillier. Esta presentó un recurso de amparo que detiene la caravana a Andahuaylas. La fiscalía también saca una orden. Marcial Gutiérrez opta por otra forma de traslado -reservada, secreta- para evitar que la incautación de los restos.

“Pero el velacuy no se detiene.  Arguedas recorrió con sus danzantes más de 40 lugares en Lima. Nosotros anunciábamos que íbamos y nos recibían felices. Llevábamos al Amauta y lo recibían en cuerpo y alma”.

Pero la caravana debía ser silenciosa, el riesgo era grande, no solo por un posible encarcelamiento de dos años sino porque podrían volver a enterrar el cuerpo en Lima de manera secreta. La música fue bajando y el traslado pudo realizarse.

“No es como decían que habíamos violentado la tumba. Muchos grupos nos contactaron. Había mucha gente detrás. Lo único que no queríamos era un uso político. Y no le hicimos caso a ninguno. Fue lo que nos pidió la señora Nelly. Por eso nos dio el permiso, no solo porque era su hermana. Así que nos fuimos calladitos ya sin hablar con nadie”.

Para llegar a Andahuaylas y despistar a los que los seguían además de la policía, trazaron hasta tres rutas que imitaban cortejos fúnebres en los que los acompañantes del féretro viajaron con nombres cambiados. Era imposible claro, que pasaran los controles de los aeropuertos.

El 28 de junio el cuerpo de José María Arguedas llega a Andahuaylas en medio de la espera de todo un pueblo. El taytamóvil –el acondicionado carro de los bomberos- paseará su féretro por todo el pueblo y comunidades cercanas. El velacuy, la festividad mortuoria en la que se canta y ofrenda al muerto durante días recién empezaba.

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“Todo el pueblo estaba ahí. Desfilaban niños. La gente del campo. Ha sido extraordinario, el féretro, músicos… la gente desfila, el alcalde, la señora Nelly que lloraba y lloraba sin parar, tan emocionada. Todas las noches hubo desfile, fiesta. Eso cambió a mi pueblo. Al alcalde le preguntaban quién era Arguedas y no sabía, pero hasta eso era anecdótico, porque Arguedas ha regresado a su ciudad cuando gobierna ya el primer alcalde netamente campesino: Julio Huaraca. Resolución o no, ¡de aquí no lo sacan!, dijimos y celebramos y bailamos. Hemos cantado. Las autoridades miraban no más. ¿Qué iban a hacer?”.

El entierro fue el 4 de julio. Su tercer entierro -me corrige Marcial. José María Arguedas fue enterrado en una paqcha, que es igual a decir una caída de aguas que forma un monumento en su honor. Lo que más sorprendió a todos es que la helada no caía desde hacía años y esa tarde y toda la noche cayó el granizo sobre el pueblo, sobre el féretro, sobre las ofrendas, y los cantos y llantos de los jarawis.

“Todos cargaron el cajón, incluso las mujeres que vistieron prendas típicas para dejar las ofrendas. Los músicos Jaime Guardia y Máximo Damián estuvieron ahí junto a su maestro, llorando, despidiéndolo. Ese día la señora Nelly Arguedas también fue homenajeada por todo Andahuaylas, a ella va todo nuestro agradecimiento, sin ella no podríamos haber llevado los restos del escritor a su tierra.  Era increíble”, recuerda muy emocionado Marcial Gutiérrez, quien partió hacia su tierra con los huesos del Amauta y para enterrarlo entre la música, el granizo y la tierra que iba cubriendo el féretro como una lluvia que depara esos otros caminos a través de la muerte.

EL DATO: El 17 de julio del de 2004 una resolución de la Beneficencia de Lima Metropolitana y Dirección General de Cementerios y Servicios Funerarios afirma que la autorización para el traslado de los restos de su hermano, le corresponde a Nelly Arguedas y no a Sybilla Arredondo.
 
 
 
 

Las familias Altamirano del distrito de Huachos (Huancavelica) son descendientes directos de los Altamirano andahuaylinos de Apurimac.
 
 

Mariano del Carmen Soldevilla Altamirano.
 
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Don Dalmacio Altamirano Reynoso, nacido en el distrito de Huachos.

 

 

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