En OPINIÓN LIBRE |

El puma se convirtió en el terror de los gallineros de la comarca

Seguimos recorriendo imaginariamente por los parajes del distrito de San Juan de Yánac, reavivando los relatos orales. Ahí va otra...

 

 

 
  David Vilcapuma
- Profesor/Escritor

 

 

"El rastro del puma"

 

 

En el fundo Chilcaní, radicaba una mujer muy valerosa y trabajadora llamada Brígida, se dedicaba a la crianza de animales y entre ellas aves de corral, veintenas de gallinas merodeaban libremente alrededor de la casa, un día muy temprano un mercachifle pasaba por el lugar, ofreciendo su mercadería, quien también se prestaba llevando habladurías sobre un puma que andaba por los cerros.

 

Este es el bello y agreste paisaje del fundo Chilcaní, lugar donde sucedió este singular episodio. 

 

Una noche muy oscura y bajo de temperatura, el terrible y hambriento puma, había llegado a la pequeña estancia devorándose todas las gallinas, que criaba Brígida con tanto esmero y dedicación.

 

Al día siguiente muy temprano, casi con un nudo en la garganta mamá Brígida, salía de la casa en busca de las gallinas, llegando a encontrar solo las plumas, por todos lados de la estancia. Estaba muy enojada y triste a la vez por todo lo que  había perdido.

 

Al retornar a la casa, Brígida recordó que de niña había oído hablar sobre las huellas del puma, decidiendo recogerlo el rastro del puma,  para tostarlo en una sartén, luego llevarlo hacia la cima del cerro y ondearla con firmeza, con la huaraca, para que se vaya muy lejos el puma.

 

Los lugareños de la serranía yanina, cuentan que este misterioso ritual era muy favorable, para ahuyentar de su asechanza, al puma muerto de hambre, que sembraba zozobra en los ganaderos.


Chincha, octubre de 2020.

 

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