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En los momentos cruciales, Trump no fue el hombre que logró convencer a los escépticos

ELECCIONES PRESIDENCIALES 2020.

En lugar de abordar la pandemia covid19 escuchando los consejos de sus mejores asesores, se dejó llevar por sus instintos. Esta estrategia hizo que una mayoría de votantes se convenciera de que no era el hombre adecuado para dirigir el país.

 

WASHINGTON (Reuters) | Donald Trump tenía motivos para contar con la lealtad de la gran parte de los estadounidenses que impulsaron su inesperada victoria electoral en 2016. Pero en 2020, necesitaba que una amplia franja de votantes creyera en su promesa de “Hacer a Estados Unidos grande de nuevo”.

 

Enfrentado a tres crisis —las crecientes infecciones y muertes por coronavirus, el subsiguiente colapso económico y las protestas contra los asesinatos de estadounidenses negros a manos de la policía—, Trump, como presidente de Estados Unidos, tuvo la oportunidad de unir a la gente de todas las tendencias políticas en el último año de su tumultuoso primer mandato.

 

En cambio, en casi todos los momentos cruciales, el impetuoso empresario y exestrella de la telerrealidad se mantuvo fiel a su estilo polarizador. Despreciando los consejos de científicos y asesores, se aferró a un guión que fue bien recibido entre sus partidarios y ridiculizado por los que se atrevieron a no estar de acuerdo.

 

En última instancia, su estrategia hizo que una mayoría de votantes estadounidenses se convenciera de que no era el hombre adecuado para dirigir el país.

 

“Si se hubiera abrochado el cinturón con una estrategia coherente y tranquilizadora para tratar el coronavirus, podría haber recuperado los pequeños márgenes por los que perdió varios estados”, dijo el estratega republicano Ryan Williams, que asesoró a Mitt Romney en su campaña presidencial de 2012.

 

“En lugar de abordar la pandemia escuchando los consejos de sus mejores asesores, se dejó llevar por sus instintos, que es lo que Donald Trump ha hecho toda su vida”, dijo Williams.

 

Aun después de que las principales cadenas de televisión declararan ganador al demócrata Joe Biden el sábado, Trump se negó a darse por vencido.

 

Entre los republicanos, había una sensación de que Trump lo hizo mejor de lo esperado. Los sondeos de opinión preelectorales habían apuntado a un maremoto demócrata. Sin embargo, Trump lo tuvo cerca, llevó a los republicanos a las urnas y consiguió más de 70 millones de votos, siete millones más que en 2016.

 

“Trump cumplió”, dijo el estratega republicano Scott Reed. “Y todavía va a tener un gran impacto en el partido”.

 

Altibajos

 

Trump comenzó el año subido en lo alto de la ola, y todo apuntaba a que estaba listo para la reelección. La economía estaba en pleno auge. Su juicio político o “impeachment” había quedado atrás después de que un Senado liderado por los republicanos lo absolviera de dos cargos presentados por los demócratas.

 

El Partido Demócrata, mientras tanto, estaba fracturado en su búsqueda de un candidato presidencial. En febrero, en el Air Force One, Trump se rió y criticó las actuaciones de todos los posibles rivales mientras los veía debatir en la televisión del avión.

 

Sin embargo, en abril el brote de COVID-19 se había extendido por todo el país. Al ver que las conferencias de prensa diarias de su grupo de trabajo sobre el coronavirus tenían buenos índices de audiencia, Trump intervino y se hizo cargo de ellas, siempre reacio a ceder el protagonismo. Las conferencias terminaron abruptamente después del revuelo causado por la sugerencia de Trump de que la gente se inyectara desinfectante como protección contra el virus, un comentario que posteriormente dijo que era un chiste.

 

Preocupado de que el confinamiento por el virus dañara la economía de Estados Unidos y le costara la reelección, Trump intimidó a los estados para que reabrieran. Rechazó las peticiones de los expertos en salud para un programa nacional de pruebas diagnósticas y para una orden sobre las mascarillas para facilitar un cierto regreso de la normalidad.

 

Su retórica desidiosa tuvo un efecto negativo. Aunque los votantes vieron a Trump como un sólido gestor de la economía, cada vez estaban más consternados por su gestión de la pandemia.

 

Luego vino el asesinato de George Floyd, un hombre negro, por la policía de Minneapolis. En el clima de ira y consternación tras su muerte, grandes multitudes de manifestantes, en su mayor parte pacíficos, salieron a las calles de todo el país para exigir justicia racial.

 

Las encuestas de opinión mostraron que los estadounidenses apoyaban en gran medida a los manifestantes, pero Trump no se atrevió a expresar su solidaridad o interés en la causa. Usó la fuerza para sacar a los manifestantes de un parque frente a la Casa Blanca, pensando que los mensajes de ley y orden y las imágenes en las que aparecía sosteniendo la Biblia tendrían éxito entre los ciudadanos. Al contrario, solo sirvieron para avivar las llamas de un verano de descontento.

 

El estratega republicano Ron Bonjean dice que Trump perdió la oportunidad de ir más allá de sus bases con una gestión más empática de las protestas.

 

“Por un lado, tratar de complacer a tus bases te asegura que llegarás a casi el 50% en términos de apoyo total, pero necesitas atraer a más gente para ganar”, dice Bonjean. “Si hubiera encontrado la manera de llegar más allá de sus bases, eso podría haberle sido extremadamente útil y podría haberle dado ventaja”.

 

Caída otoñal y sorpresa en octubre

 

Al llegar el otoño, Trump iba a la zaga de Biden en las encuestas de opinión nacionales. El presidente comenzó a plantear dudas, sin pruebas que lo fundamentaran, sobre la integridad de las elecciones de noviembre.

 

Después, a principios de octubre, Trump se contagió con el virus. Pasó tres noches en un hospital militar con la mejor atención que el país podía proporcionar y fue tratado con medicamentos que no estaban inmediatamente disponibles para el resto de la población.

 

En lugar de emerger con una perspectiva más matizada de un virus que ha matado a más de 236.000 personas en Estados Unidos hasta la fecha, Trump volvió a sus grandes mítines de campaña insistiendo en que los medios de comunicación y los demócratas estaban exagerando la amenaza del patógeno para socavar sus posibilidades de reelección el 3 de noviembre.

 

“Todo el rato con COVID, COVID, COVID, no pueden ver otra cosa”, dijo Trump. “El 4 de noviembre, no se oirá tanto sobre el tema”.

 

A pesar del aumento de las infecciones, Trump dijo que su Administración estaba “haciendo un gran trabajo” contra la pandemia y que Estados Unidos estaba superando la situación.

 

Trump dijo que la economía de Estados Unidos bajo su Administración el próximo año “será el mejor año, económicamente, que hayamos tenido” mientras que Biden iniciará una era de depresión y desesperación.

 

El estratega republicano Charlie Black, que asesoró la campaña presidencial de John McCain en 2008, dice que Trump dejó que sus preocupaciones por la economía pesaran más que todo lo demás y que no logró estar a la altura de los enormes desafíos a los que se enfrentó el país en 2020.

 

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