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“La procesión en el caserío” de San Juan de Yánac serranía de Chincha

Allá por los tiempos muy lejanos, en el caserío de la hacienda de Guañupiza, habitaba una comunera llamada Margarita, quien era una mujer trabajadora de carácter firme y temperamento melancólico

 

Por: David Vilcapuma Gutiérrez -

Licenciado en Educación

 

A pesar de la pandemia la escena cultural en San Juan de Yánac, no se paraliza, seguimos con la producción literaria, esta vez con un relato original de nuestro pueblo que será parte de la identidad de quienes vivimos en ella, y por consiguiente uno de los principales pilares de nuestra cultura.

 

“La procesión en el caserío”

 

Allá por los tiempos muy lejanos, en el caserío de la hacienda de Guañupiza, habitaba una comunera llamada Margarita, quien era una mujer trabajadora de carácter firme y temperamento melancólico, en sus tiempos de bonanza era parte de la cofradía de los caciques de la comarca.

 

Había contraído matrimonio con un próspero negociante que andaba montado en su brioso caballo, asistiendo a las fiestas patronales y costumbristas del lugar, dónde bailaba y bebía hasta quedarse dormido, un día después de haber terminado la fiesta, seguía bebiendo con otros compoblanos, quedándose dormido, mientras su caballo permanecía amarrado en un tronco de árbol, sin pasto ni agua.

 

Esta vez el sueño había sido tan profundo que serraban las puertas de sus sentidos para siempre, horas más tarde los lugareños que seguían bebiendo con los demás, consternados por el asombro, entre llantos confirmaban y anunciaban su deceso.

 

Después de la muerte de su esposo, la viuda vivía recordando con nostalgia cada momento vivido, donde su corazón sentía como un llamado, que movía su memoria dónde todas las noches se acostaba mirando el retrato del difunto, que estaba junto a la estampilla de la Virgen de la Candelaria, de quién eran devotos.

 

Una noche entre sueños veía que las puertas de la Iglesia se abrían y que una multitud de feligreses acompañaban la salida de la procesión de la virgen de la candelaria, todos ellos estaban vestidos con túnicas negras y llevaban velas encendida en sus manos.

 

Con el entusiasmo creciente la procesión avanzaba ferviente por las afueras de la Iglesia y al retornar a su templo, súbitamente había desaparecido, en ese preciso instante con sobresaltos doña Margarita de despertaba.

 

Chincha, septiembre de 2021

 

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