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"Valentina, la heroína yanina"

Cuándo Valentina, tenía veinte años, era una mujer buenamoza, trabajadora, lista, y coqueta, pero no había pretendientes en ese lugar abandonado por el terrorismo que reinaba en ese entonces.

Lomas de San Juan de Yánac, (der) la que sería Valentina.

 

Por: David Vilcapuma Gutiérrez 

Licenciado en Educación

Difusor de la literatura oral de la serranía chinchana.

 

Las ocurrencias de una heroína de nuestro pueblo llamado paraíso escondido, dónde había una niña inocente de nombre Valentina, era pequeña su infancia no fue la mejor, disfrutaba a su manera del ambiente familiar que era muy rígida en la chacra, gracias a sus padres quienes los inculcaban valores y principios.


Entre juego y alegría creció entre las comunidades andinas donde su padre contaba con varias parcelas, dónde aprendió a querer a su santa tierra.

 

Cuándo Valentina, tenía veinte años, era una mujer buenamoza, trabajadora, lista, de cabellos largos, caderas anchas, de muslos sólidos, quebrada de cintura y nalgas redondas que reventaban la falda, tenía pretendientes que la asediaban casi siempre entre los cerros cuándo pasteaba sus animales,  llegaba a la casa casi escapándose junto a los animales y a pesar de todo Valentina, siempre se hizo respetar, nunca cedió ni dio su brazo a torcer.

 

Al llegar a los treinta perdió la esperanza de casarse, sobre todo en un pueblo que se había quedado abandonado, después de la violencia generado por Sendero Luminoso, pero lo que no había perdido y aumentaba con el tiempo era su deseo de tener un hijo.

 

Unos años antes que muriera su padre tuvo su primer hijo, sintiendo una emoción y una felicidad intensa, lloraba de alegría, de emoción y de amor, era el verdadero regalo que Dios le había dado.

 

El amor que sentía como madre íntegra era lograr su crianza sana y bien de salud, para sacar adelante a su hijo, sin importar las  dificultades que se le pudieron presentar en el camino.

 

Al poco tiempo que se muriera su madre nació su única hija, quién también fue una bendición, desde su nacimiento la crio con amor y se dedicó con esmero a su criatura, dándole todo lo que podía.

 

Las malas lenguas criticaban esa decisión. Pero Valentina, que tenía fe y esperanza por lograr lo que quería, nunca tomó importancia a las habladurías y continuó con su propósito.

 

Dicen que los continuos desaires y marginaciones sufridas en su infancia, habían sido reprimidos de su deseo y no quería saber nada de enamorarse.

 

Chincha, agosto de 2022

davidvilcapuma64@hotmail.com

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